Controversia de Valladolid: Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda
Por Ankaret Alfaro
A finales del siglo XV y principios del siglo XVI, antes de que la capital de España se instalara en Madrid, Valladolid fue la capital, y para ese entonces, habían ocurrido una serie de hechos históricos sumamente importantes; en el año 1469 se celebró en Valladolid la boda de los reyes católicos y 1500 se instauro el tribunal de la santa inquisición. Pero este trabajo lo voy a situar en lo sucedido en la junta de Valladolid de 1550 a 1551 conocido como la controversia de Valladolid o polémica de los naturales considerada también como la primera discusión seria acerca de los derechos humanos.
Esta discusión, se contextualiza en el proceso de colonización e invasión de tierras americanas, por lo que naturalmente, comenzaron a surgir dudas relacionadas al trato que estaban recibiendo los nativos sometidos a las armas y religión españolas. Reunió a los teólogos, juristas y letrados más importantes de la época, pero las dos posturas contrarias fueron encabezadas por un lado, por Juan Ginés de Sepúlveda (1494, España) quien por cierto, no plantea el tema desde la fe a pesar de ser un clérigo, el jurisconsulto principal de Carlos V y defensor de la guerra y el imperio, pues aborda la discusión desde una posición en la que dice debe ser tomada desde la vida política, y en mi opinión debería tener mucho más reconocimiento pues (para bien o para mal), se le adjudica la secularización de la vida política influenciada por lo sobrenatural y la religión frente a la vida política estatal, también era considerado un gran cronista; por otro lado Bartolomé de las Casas (1484, España) fue el primer sacerdote que se ordenó en América, aquel dominico tenía una postura contraria a Sepúlveda en la que se percató del trato indigno que recibían los indios, fue nombrado como el protector de los indios o apóstol de los indios por el Cardenal Cisneros en 1506.
En aquella junta de Valladolid, ambos hombres de religión mandaron sus escritos enfrentándose en un debate teológico, filosófico y jurídico. Por un lado, Sepúlveda con “Sobre las causas justas de la guerra contra los indios” y por el otro de las Casas con la “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”. En dichos escritos, desarrollaron el dilema que tenía que ver con la resolución de cuestionamientos acerca de si los nativos americanos eran seres humanos iguales a los europeos o si siquiera poseían alma.
Es importante destacar las coincidencias que tuvieron en algunos (pocos) planteamientos: los dos consideran intolerable aquellas guerras que no respetan a los inocentes, ambos critican la crueldad y avaricia de los conquistadores. También, antes de desarrollar los puntos que defendía cada uno es importante señalar que las Casas decía que la única guerra justa es la que se hace para responder a una ofensa cometida contra el pueblo cristiano (los indios no conocían el cristianismo antes de la llegada de los españoles, ni habían hecho ningún daño a los cristianos, por lo que no había justificación para el sometimiento)
Por su parte, Sepúlveda se basa en la noción de “servidumbre natural”, planteando un argumento relacionado a la superioridad de una civilización frente a otra, por motivos naturales, dando soporte a la idea de esclavitud que tenía Aristóteles y también llamando a detener “conductas criminales” de los indios como las prácticas de antropofagia o sacrificios humanos, por lo que las causas que él creía legítimas y verdaderas de estar a favor de las guerras contra las poblaciones de indios eran: su inferioridad natural, deshacerse de los cultos satánicos (sacrificios y antropofagia) y el deber de evangelización, lo anterior fundado en lo que creía natural y apegado a su deber religioso, pues decía que era obligación hacer la guerra a quienes matan inocentes por lo que de nuevo, encuentra justificación para la guerra contra ellos. Esto a pesar de que no defiende la conversión forzosa ni la obligación de creer o el bautismo, pero como la predicación del evangelio sí es un deber, si hay resistencia u oposición no hay más que aplicar el uso legítimo de las armas.

Las anteriores justificaciones estaban consideradas verdades racionales y científicas, por lo que eran esclavos por naturaleza, incultos, irracionales y no humanos y por lo tanto niegan la dominación por quienes sí son humanos y racionales. La inferioridad natural de los indios, según Sepúlveda, estaba fielmente fundamentada en que no tenían ciencia, no escribían, no tenían registro histórico y poseían costumbres bárbaras y satánicas. También sugirió que lo más conveniente era una guerra rápida, sangrienta y muy corta para salvar la mayor cantidad de vidas inocentes posibles, pues para él, los indios no eran más que bárbaros y como en el antiguo testamento decía que los bárbaros habían sido expulsados del Edén, merecían ser sometidos, lo importante era la colonización total de América. También inserta a los indios en la categoría de bárbaros por lo que defendiendo su interpretación aristotélica, la guerra era legitima (más adelante desarrollaré esto con la respuesta que dio de las Casas al respecto).
En cuanto a Bartolomé de las Casas, quien era un fraile dominico que por mucho tiempo observó las injusticias y abusos que recibieron los indios, reflexionó y afirmó que eran humanos en la “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, quien contrario a Sepúlveda justifica las acciones de los indios en su ignorancia y no en su perversidad a priori y gracias a sus denuncias, se crearon leyes que prohibieron que se les esclavizara y abolieron la mayoría de encomiendas, generando conflictos con quienes eran beneficiados de aquellas, sin embargo también estaba a favor de continuar con la evangelización de los indios, pero de manera pacífica y persuasiva, contrario a Sepúlveda que apelaba al castigo. Las Casas, apuntó que lo que estaba sucediendo era una invasión y se les estaba oprimiendo a los indios y que las encomiendas eran expediciones militares para hacer prevalecer la esclavitud y hacer que los indios lleven una vida peor que la muerte. De las Casas no se mete en la discusión jurídica, sino que se va al terreno de la interpretación aristotélica, el contradice a Sepúlveda por su interpretación generalizada sobre la barbarie de los habitantes americanos, por lo que recurre a las cuatro categorías que Santo Tomás usa para categorizar a los bárbaros: la primera, quienes carezcan de idioma; segunda quienes sean incapaces de autogobernarse; tercera por lengua y escritura distintas; cuarta quienes no conozcan a cristo, pero en América sí había una gran civilización organizada por leyes, en donde existía el matrimonio, las normas y el arte, por lo que no entraban en la mayoría de las categorías del bárbaro. El sentido per se de barbarie, generalizada tal cual la usó Sepúlveda fue en el sentido de gente idiota, por lo que Bartolomé afirma que está de acuerdo en el sentido de que no conocen a cristo, y que justo por eso deben ser tratados y atraídos al cristianismo con caridad. El comentaba, que la guerra sería legitima sólo en caso de que fuera promovida por el papa y tuviera jurisdicción en aquellos pueblos, pero no era el caso.
Bartolomé menciona, respecto a los sacrificios humanos y la antropofagia, que se deben liberar a los inocentes sacrificados en esos ritos.
Si se encuentran infieles que (…) sacrifican niños para inmolarlos a los dioses o para comérselos, aunque a la iglesia corresponda poner remedio para suprimir este mal, no siempre se les ha de hacer la guerra sino que anteriormente se debe ponderar mucho la cuestión, no vaya a ser que para impedir la muerte de unos cuantos inocentes sacrifiquemos una innumerable multitud de hombres sin que estos lo merezcan…[1]

Bartolomé defendía la existencia del alma en los indios, por lo que remarcaba que no existía legitimidad alguna para someterlos, argumento que fue apoyado por Domingo de Soto y el gran jurista Francisco de Vitoria. En 1520 se le ordenó que pusiera en práctica sus teorías de igualdad en Venezuela, cosa que terminó en un desastre y mataron a muchos de los invasores, por lo que las teorías abordadas en la polémica fueron desvirtuadas.
Entonces, de manera resumida, para Sepúlveda, la guerra era verdaderamente necesaria, licita y legitima para el proceso de colonización e invasión, para él, los indígenas son pecadores, bárbaros y por lo tanto esclavos por naturaleza, también plantea que las guerras no son para introducir la fe por la fuerza sino para subjetarlos y posteriormente predicarles, pero está de acuerdo con la brutalidad de los procesos de invasión, mientras que Bartolomé de las Casas aborda la contrariedad de la guerra y la religión, pues dice que la guerra no es necesaria, sino se requiere de la virtud de dios, también escusa los pecados de los nativos, pues jamás habían escuchado algo relacionado a la fe cristiana, por lo que su manera de comportarse es debido a que son “fieras silvestres”.
Las conquistas no se interrumpieron después de aquella controversia, tampoco se lograron resolver los cuestionamientos relacionados al problema de la guerra justa en las indias, aunque en algún punto, la gran mayoría de los invasores dudaron de la humanidad de los habitantes de América, pero el alegato de las Casas se convirtió en el testimonio de una poderosa creencia: en que toda la gente del mundo tiene la libertad de gozar su libertad política y a ser respetados en su dignidad humana.
La relevancia de ese debate fue que se puso en confrontación el cristianismo medieval y el cristianismo moderno, dos tipos de cristianismo de los cuales Sepúlveda y de las Casas fueron protagonistas respectivamente. El debate entre los intelectuales de aquella época, fue lo que pasó a definir el término de las encomiendas y de la esclavitud, por lo menos de manera institucional y lo que esto conlleva: los indios podrían gobernarse si tienen alma.

[1] Bartolomé de Las Casas, Apología, en Obras completas, 9, Ángel Losada, ed.,Madrid, Alianza, 1988, p. 202.
Bibliografía:
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Castill Urbano, Francisco, La consideración del indio en los escritos sepulvidianos posteriores a la Junta de Valladolid, Cuadernos americanos, 2012
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De Las Casas, Bartolomé, Apología, en Obras completas, 9, Ángel Losada, ed.,Madrid, Alianza, 1988
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Juan Ginés de Sepúlveda, Apología en favor del libro sobre las justas causas de la guerra, en Obras completas, iii, Antonio Moreno Hernández, introd. y ed. crítica, Ángel Losada, trad. y notas, Antonio Moreno, revisión, Salamanca, Ayuntamiento de Pozoblanco, 1997