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Una coca y dos gansitos

Por Rodrigo Chávez

Comer en México es uno de los placeres más grandes quizá del mundo entero. Como nación contamos con una de las gastronomías más completas y exquisitas del mundo, no lo digo yo, lo dicen quienes saben del tema, ¿quién podría decirle que no a un tamalito con atole a las 7:00 am antes de comenzar la jornada? Ni que decir de los chilaquiles de la fritanguera de enfrente de la oficina; ya hacia la tarde, no nos puede faltar un tentempié. Quizá un gansito o un pastelito de esos súper achocolatados y rellenos con crema. Nos llega la hora de la comida y encantados acudimos a los tacos, pedimos nuestras órdenes con todo, y claro que sí, una coquita de vidrio para bajarlos; quizá una no sea suficiente, así que mejor lánzate al oxxo o al seven por una de a litro, que nos rinda en la vuelta a la oficina. Y después de un taco… pues un buen tabaco.

Ya de regreso a casa hay que preparar algo especial con la pareja: ¿pelis y palomitas con mantequilla extra? Un vasito de refresco, y a la hora de cenar unos pancitos dulces del osito con una lechita de chocolate de esas de cartoncitos, la bella rutina alimenticia del mexicano, ¿no? Todos lo hemos hecho, habemos quienes hemos sobrevivido las jornadas a base de coca-cola y cigarrillo, y la intención de esta columna no es señalar ni intentar poner en un juicio de valor un problema tan complejo, pero ante los embistes del COVID en México tenemos que sumar con honestidad nuestro descuido alimentario, o bien nuestra negligencia personal, para con nuestros cuerpos. México y EEUU concentran una gran cantidad de muertes por complicaciones de esta enfermedad, pero no es algo que debería realmente sorprendernos, pues para empezar ambos países son de las naciones más grandes del mundo, y para agravar, somos los países número uno y dos en obesidad y problemas relacionados.

Lo que describí al principio de esta columna puede decirse que es un día común para muches de nosotres, jamás olvidaré los sábados de tortas de chilaquiles en el call center de la condesa, las palomitas robadas al cine de cadena, las pizzas de 79 pesos a un cuadra del trabajo, los jochos del oxxo a final de quincena y las promos de refrescos que hacían que saliera incluso más barato que comprar un litro de agua, ni que hablar de esos puestitos de changarritas, que la quesadilla, que el pambazo, tus coquitas, una o dos al día, quizá a veces hasta por 5 o 6 días a la semana, tu café caramel, una malteada o un heladito de postre, pero eso sí, de ejercicio poquito, porque te fatigas, no hay tiempo, quieres descansar. ¿Vegetales? ¡Nooombre! Si hoy es miércoles de enchiladas o jueves de pozole. Y así por años y años, al menos para la mayoría de mexicanes, pero hoy la historia de la desigualdad nos vuelve a pasar factura, para muchas personas dedicadas al comercio informal (que constituye cerca del 50% de la economía nacional) tener acceso a una alimentación balanceada y correcta resulta cuando menos complicado. Consideremos que quienes se dedican a estas labores viven al día, saliendo de su casa desde muy temprano con jornadas de día entero, preparar comida y llevarla en toppers al trabajo no es opción pues en la calle no hay hornos de microondas. ¿Levantarse aún más temprano para cocinar? Sería igual a no dormir, gastar aproximadamente 50 o hasta 100 pesos en una fonda no es opción, a veces es lo que se saca del día, ¿y entonces? Pues una coca y dos gansitos, contienen las calorías suficientes para mantener el cuerpo encendido y de esa forma poder continuar con el trabajo.

Al año este tipo de condiciones cobran la vida de 300,000 personas en México por enfermedades relacionadas con la obesidad.

Un problema de tal profundidad resulta imposible de arreglar desde la individualidad de la ciudadanía, pues sería minimizar, por ejemplo, los distintos anuncios televisivos o radiofónicos ideados no sólo para mostrar un producto sino para volverlo parte esencial de la vida cotidiana, los anuncios de los cereales azucarados, de las papitas con actores de Hollywood o una estrategía peor, hacer de productos nocivos un anhelo de la niñez, ¿quién no recuerda su colección de tazos o de hielocos, los pepsilindros? Todas esas cosas son parte de una estrategia ideada para aumentar las ventas de productos con poco valor nutricional y existen estudios desde mediados de los 90, cuando la obesidad se empezó a convertir en un problema mundial, no obstante las administraciones pasadas trataban por un lado de disminuir la importancia de estas afectaciones a la salud pública y por el otro se pactaba en lo oscurito tratos especiales para los magno empresarios de dichos productos. Es decir, no solo no se trataba la problemática sino que se incentivaba la existencia de estos productos sin ningún tipo de regulación, pudimos incluso ver al expresidente inmediato acudir a la inauguración de una planta refresquera y agradecer enormemente la inversión y la generación de empleos mientras se desplegaba una campaña masiva por parte del Instituto Mexicano del Seguro Social llamada “chécate, mídete y muévete” cuyos propósitos claros eran que la población revisará su talla y peso e hicieran ejercicio, pero insisto, ¿no es acaso esto responsabilizar de forma directa a las personas de un problema sistemático de la industria? Mientras se privatiza el agua de las comunidades más desprotegidas para instaurar fábricas refresqueras o cerveceras, culpamos a esas mismas poblaciones por su alto consumo de productos procesados, mientras las empresas empaquetan sus productos con leyendas engañosas como “light o reducido en…”. Las muestras dicen lo contrario, o simplemente lo esconden al margen de la ley bajo letras tamaño arial 2 en el que nos presumen que son 0.0000001% menos azucarados o menos dañinos a la salud que el producto anterior.

Pero los mismos que permitieron esas violaciones a las normativas y la propia salud pública son quienes se opusieron en su momento al etiquetado claro diciendo que eso afectaría a las industrias, son ellos quienes gastan miles de pesos en posicionar tendencias como “Gatell Genocida” en redes sociales, como si el subsecretario de salud hubiera pasado toda su vida alimentando a todas las personas con productos nocivos para la salud; son ellos, los que como “Alito”, dirigente del PRI, suben sus fotos comiendo alimentos chatarra tratando de normalizar su ingesta como un guiño desesperado por obtener financiamiento empresarial y respaldo político. Ellos son los que esta semana no han dejado de acosar al hombre que todas las noches en punto de las 7 nos avisa de cifras, de planes, estrategias y manejo epidemiológico por haber dicho en Chiapas (estado con mayor consumo per cápita de coca cola) que nadie necesita el veneno embotellado.

Son los grandes grupos empresariales, esos que se construyeron una cadena de autoservicio para llevar sus productos a cada rincón del país sin tener que pagar intermediario y quebrando el negocio de las misceláneas para poner sus productos al alcance de todes, son los que ponen en sus productos químicos diseñados para inhibir la saciedad o para generar adicciones, los que igual venden alimento para perro que chocolates para niños los que exigen que el subsecretario salga a pedirles una disculpa pública, los mismos empresarios que por años han buscado la ganancia económica aún al costo de 300,000 mexicanos por año.

El manejo de la pandemia se ha visto opacado en gran medida por la negligencia política de los grupos parlamentarios del PAN y del PRI, además de las presiones industriales que tratan de culpar a Hugo López-Gatell de un problema generado por la dependencia del poder político al poder económico en la época neoliberal, a principios del problema de COVID en México vimos a un López Obrador muy prudente frente a la ONU pidiendo que los políticos se apartasen del frente de batalla pues en sus propias palabras: “Los políticos no sabemos todo y está bien dejar a los expertos trabajar, en México el control y las decisiones de la epidemia serán tomadas por el grupo de expertos”; con esto Andrés solicitaba de algún modo una tregua política, se apartaba del tema del COVID por prrudencia y responsabilidad, no obstante hemos visto facciones de derecha decir que andrés es el responsable de la epidemia, han sido los gobernadores y parlamentarios panistas quienes más han tratado de deslegitimar la imagen de Hugo López-Gatell tratando de hacer creer que él es el único con competencia en todo el país para el control y manejo de la pandemia, desde el principio se aclaró y se trazó una ruta de corresponsabilidad entre los gobiernos estatales y federales. Con lo que no contaba la 4T y el propio subsecretario era la ruindad y la carroña política ansiada por algunos actores como el gobernador de Jalisco, que se reunía de manera constante con el gobernador de Aguascalientes y Querétaro para planear una ofensiva contra el poder federal, ofensiva que fue cínicamente aceptada por el secretario de salud del gobierno de Querétaro al aceptar vía zoom que habían falseado las cifras de camas disponibles cuando la pandemia en CDMX estaba en su punto más alto. Según sus palabras lo habría hecho para “evitar que mandaran gente a Querétaro”; o el propio Alfaro, quien ante la implementación del semáforo epidemiológico consideró que Jalisco no debía estar en rojo porque según él desde hace un mes la epidemia se había terminado en el estado, o como nos ha dejado entrever en días recientes el subsecretario en las conferencias, los gobernadores que reportan más camas vacías de las que realmente tienen para reactivar la industria lo más rápido posible.

A pesar de que Hugo López-Gatell es un diplomático y un médico comprometido con la salud pública yo sí puedo decirlo de frente, todos aquellos que desde la industria y la política nos han mercado al mejor postor sin escrúpulos y en aras siempre del beneficio económico para unos pocos no tienen calidad moral, ética ni mucho menos médica para sojuzgar a un Subsecretario que hace cuanto está en sus manos para revertir no solo el COVID, sino la hipertensión, la diabetes y la obesidad. ¿Con qué cara se atreven aquellos que han permitido a las industrias envenenar a generaciones enteras a desacreditar a quién le entra al toro por los cuernos?

Para los BIMBO, los FEMSA y todos los que esperan que el señor Gatell se disculpe aquí les dejo mi disculpa pública:

“A nombre del subsecretario y la población pedimos una disculpa por decir que son veneno embotellado; no solo es un veneno, son sus conservadores, son sus nulos valores nutricionales, es la privatización de los recursos, es la precarización del campo mexicano y son 300,000 muertes al año. A nombre de Hugo López-Gatell una disculpa por no decirlo tan crudo, pero ustedes y sus productos nos están asesinando y ustedes y sus nulos límites han causado la mayoría de las muertes por COVID en México”

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