Sin comer
Por Elsa Flores
Observo la piel del pecho en el espejo, soy cada poro y relieve de ella, aún así me soy ajena. ¿Qué tanto más debe de marcarse el hueso de las clavículas y estos pómulos? ¿Con cuántos días sin comer se verán mejor? Llevo 30 días mareada, visitando el retrete para vomitar lo que se niega a salir, la única solución a este dolor es la navaja jugando a ser Dios…
En México al año se presentan 20 mil casos nuevos de anorexia y bulimia. El 90% de las personas que lo padecen son mujeres, solo el 25% de las personas que intentaron suicidarse recibió ayuda psicológica, de acuerdo al Instituto Nacional de Psiquiatría. A lo largo de los últimos 20 años, la anorexia y bulimia creció 300 por ciento en el país. Si bien, sabemos que la obsesión por la delgadez, baja autoestima, ambiente hostil en el que nos desarrollamos, los medios de comunicación, etc son factores importantes para padecer estos trastornos alimenticios que derivan de la depresión ¿Qué esta sucediendo con el capital para que la respuesta sea mujeres desde los 15 años dejando de comer y provocándose el vómito?
Una de las cosas que hay que entender es que cualquier movimiento que tenga el capital va a repercutir en cada una de nosotras, México al ser un país en procesos de desarrollo gira, y es dependiente, a la potencia que casualmente es nuestro vecino del norte, Estados Unidos, importa bienes y servicios en todas su formas y versiones para que nosotras, que ya somos lo bastante violentadas por la ausencia de un Estado, podamos consumirlos y ser ahora violentadas desde el primer mundo. Cuando somos pequeñas nos enseñan a asociar esta cultura de la delgadez con la felicidad, como la máxima expresión de realización de mujer mexicana, si eres delgada lo tienes todo porque entonces en automático también ya eres hermosa y por ende los hombres van a estar interesados en ti para casarse y tener hijos. Conforme vamos creciendo cada vez está más presente, porque no solo lo vemos en la tele, productos del super mercado, sino que comenzamos a vivirlo en la secundaria con nuestros compañeros, que fueron educados por este mismo capital, al rechazar/ hablar mal de las compañeras que pesaban más, lo vemos en casa cuando mamá se pone a dieta porque ¨subió de peso¨. Lo vemos, lo oímos, lo sentimos, está en nosotras también, pero de dónde carajos viene esto, bueno, pues cuando hablo de qué importamos bienes y servicios en todas sus formas y versiones no solo me refiero a las mercancías, sino también al discurso de la potencia.

¿Qué nos quiere decir Estados Unidos? Antes que nada, nos deja muy en claro el país superior que es, con la población perfecta y hegemónica: todxs blancxs, altxs, delgadxs, ojos claros (no olvidemos que EUA es un país que fue poblado gracias a los migrantes, entonces no existe una imagen del estadounidense ¨real¨); y esos cuerpos que no existen porque pasaron 18 horas recibiendo retoques los vemos en las portadas de revistas, en envases de productos, en televisión, en redes sociales, en los anuncios de publicidad, etc. Son la cara de todas, absolutamente todas las industrias, aunque encuentres un comercial del nuevo celular habrá alguien con esas características sonriendo promocionándolo y lo mejor de ser una superpotencia que ha aprovechado esta era de la globalización para hacer llegar su discurso supremacista a cada rincón de Abya yala es que tiene una subrama en cada una de las industrias especial para que tú, yo, nosotras, mujeres indígenas, mestizas y racializadas podamos volvernos como la imagen que el capital quiere. Tenemos productos para ejercitarnos que no sabíamos que existían que se complementan perfectamente con una buena muda de ropa especial para esas horas que le vamos a dedicar al ejercicio el cual hará mejor efecto con una faja y un gel reductor, pero que maravilla este sistema financiero que tiene Estados Unidos el cuál trabaja en serie para darle sustento a este discurso de la delgadez que mata mujeres.
Claramente esto va dirigido específicamente a las que pueden pagar por todas estas mercancías, sin embargo, qué pasa con los demás sectores de mujeres y de diferentes rangos de edad porque el problema no es que exista el discurso y sea materializado, ni siquiera que lo importemos, sino es mantenerlo en nuestro mercado donde interactuamos directamente e individualmente con él. Reconozcamos la frágil estructura económica en México ya que si la industria nacional mostrara personas con las que nos identificáramos optaríamos por consumir esos bienes y servicios, pero al tener opciones ajenas a lo que somos la imagen que se respalda con todos los demás medios y estructuras de poder hace que en el espejo lo que vemos nos comience a incomodar. Somos abandonadas por nuestra industria que anhela llegar a ser primer mundo con el falso status quo que nos vende al ofertar mercancías extranjeras, mientras las transnacionales se roban nuestra verdadera riqueza, pero vale más el reconocimiento social que nos dan por las marcas consumidas que nuestros bosques.
El tener problemas alimenticios no es de un día para otro, como mujeres nos exigen ser perfectas desde que nacemos y en automático lo asociamos en gran parte con este lado físico, volviendo el cuerpo algo ajeno a nosotras, volviéndolo de ellos para su consumo. Por eso es que nuestra mente comienza a girar del lado contrario a la realidad que vivimos pues está es diferente a la que nos presentan, cada vez se vuelve más difícil vernos al espejo y darnos cuenta de que nunca podremos ser lo que se nos pide porque estamos en una industria y sistema que no esta de acuerdo con nuestras vidas. A los 10 años vemos los maniquís con ropa de la que según es la talla que usamos pero que ni de broma nos entra, a los 13 años las hormonas llegan a bofetearnos para decirnos que estamos demasiado gordas y que comencemos a hacer algo al respecto, a los 15 años escondemos el cuerpo bajo ropa ancha que no haga notar la panza por la incomodidad que sentimos, a los 17 seguramente ya habremos probado con laxantes o manteniéndonos días sin comer. La cultura de la delgadez nos separa de nosotras impidiendo que tengamos este proceso de autoconocimiento, porque mientras los hombres experimentan en su vida nosotras estamos preocupadas de que se nos vea un rollito, porque tenemos hambre y ya llevamos un par de semanas sin comer para bajar de peso y estar bellas. La bulimia y anorexia son silenciosas, se sabe de ellas hasta que alguien llega al hospital, hasta que nos conectan una sonda de la nariz al estómago obligándonos a comer, y preferimos morir a seguir siendo ¨gordas¨, porque está mal ser gorda, esta mal no entrar en el discurso que nos venden ni en la dinámica del capital, en automático te vuelves enemiga eres rechazada, y en una sociedad que busca la validación constantemente, el castigo es la muerte pero tienes la mente tan trastornada que eres tú la que decide quitarse la vida a pesar de que los brazos tienen demasiados cortes decides darte el ultimo.
La importancia que tiene esta dinámica del capital que llega a nosotras, teniendo este momento de soledad e intimidad con las mercancías llega a romper la burbuja colectiva en la que podríamos estar, porque al mismo tiempo funciona como hilo uniendo todas estas partes patriarcales. El capital llega a bombardear de cómo es la forma correcta de ser, el patriarcado es quien refuerza esto minimizando sentimientos y emociones que tenemos, como el hecho de sentirnos tristes por no lograr estos estándares de belleza el patriarcado es quien te recuerda que hablar de tus emociones es ser vulnerable por lo cual eres débil, esta mal ser así por eso es que no piensas con claridad, es por eso que te aíslas antes de que la sociedad te catalogue como una histérica desmeritándote por ser mujer . Así es como funcionan en conjunto, Coral Herrera dice que el capitalismo nos quiere solas y tiene toda la razón pues es como nos puede vulnerarnos más, a comparación de estar rodeada de una red de amigas que todo el tiempo trabajan por un amor colectivo haciéndonos crecer y desaprender todas estas actitudes patriarcales que nos lastiman, es por eso que estas redes cada vez deben ser más grande donde podamos también abrazar a más niñas y mujeres adultas, fortaleciendo nuestro corazón que se nos desgarra en cada marcha gritando por nuestras hermanas que el capital a devorado. El feminismo es colectivo. Es muy difícil salir de estos trastornos alimenticios y nuestros cuerpos es uno de los temas que más nos cuesta hablar porque aún este sujeto por mucho al sistema de producción al considerar la mano de obra como portadora de valor, así que nos reducen a un salario mínimo, nos mistifican, desvalorizando cada partícula nuestra. El trabajo que debemos tener es este reconocimiento corporal, sentir que te perteneces y estás presente para ti, saber que eres valiosa y amada, que eres capaz y suficiente, eres real y eso te hace hermosa.
