Prestigio a cualquier costo
Por Rodrigo Chávez
El movimiento estudiantil de 1968, ha sido, sin duda uno de los temas que más me han apasionado a lo largo de mi vida, he logrado leer documentos, ver documentales, tener acceso a diversas visiones de los miembros estudiantiles y todos, o casi todos, coinciden en que la represión siempre provino de las autoridades del Estado. Esto es importante, porque de haber sido las autoridades universitarias las que ejercieron represión, los alumnos no hubieran podido conseguir un movimiento tan articulado y tan representativo de la historia social mexicana; la mítica manifestación encabezada por Barros Sierra (rector de la UNAM) en 1968 fue un espaldarazo a los jóvenes que no sólo impulsó la movilización sino que acogió desde la más alta esfera de la universidad la movilización dándole a los luchadores una oportunidad y protección únicas.
Esto es relevante porque hoy es casi imposible que las autoridades universitarias apoyen las protestas que surgen en sus entrañas, el más reciente y relevante desde la huelga del 2000 ha sido sin lugar a dudas el movimiento de Mujeres Organizadas de la UNAM, que antes de que la pandemia azotara el país tenía tomadas más de 10 escuelas de la UNAM en todos los niveles por cuestiones de acoso y abuso sexual y violencia de genero generalizada en la universidad. Estos movimientos comenzaron a gestarse derivado de los ineficientes e inservibles protocolos de violencia de género que la UNAM presume como un avance hacía la equidad de género dentro de la propia institución; no obstante las víctimas de la violencia que han requerido de los servicios han señalado reiteradamente las deficiencias de dicho protocolo.
El rector Graue en vísperas de su reelección como cabecilla de la UNAM comenzó a desprestigiar el movimiento de mujeres diciendo que eran ajenas a la universidad, que no había razón para creer que la UNAM era violenta hacia las mujeres y otras tantas declaraciones lamentables que lo hicieron y lo han hecho quedar muy pequeño en comparación con la realidad de los problemas vividos en las aulas. La falta de liderazgo y de capacidad de reacción de Graue han quedado evidenciadas en ocasiones diversas, como el movimiento #FueroPorrosDeLaUNAM, que surgiera después de que estudiantes de CCH Azcapotzalco fueran atacados por grupos porriles en la explanada de rectoría con total impunidad; al día de hoy solo uno de los responsables de este brutal ataque ha sido detenido.
Los vídeos del 4 de septiembre de 2018 muestran una clara inacción por parte de las autoridades, e incluso se identifica al responsable de la seguridad del campus al lado de los atacantes compartiendo algunas risas antes de iniciar la represión. Los grupos porriles han estado siempre ligados a los grupos políticos dentro de la universidad y a algunos directores de escuelas de la UNAM que los utilizan como grupos de protección a sus intereses. En el atentado del 2018 los porros que participaron pertenecían principalmente a CCH Naucalpan y CCH Vallejo, pero es importante centrarnos en el grupo Naucalpan.
Por mi paso en las aulas de la FES Acatlán fue fácil identificar que la corriente política que dominaba en el campus era la priísta: teníamos entre la lista de profesores a altos funcionarios del CISEN en tiempos de EPN, algunos diputados locales del EDOMEX y muchos otros que habían estado ligados de algún modo con el PRI en el estado de México. El tráfico de influencias era descarado, pues profesores entraban a la FES sin exámenes previos y saltando los procesos de selección que el propio reglamento establece, además de, por supuesto, la opresión a profesores que eran abiertamente disidentes de dichas prácticas. Cuando el movimiento contra los porros comenzó a tomar fuerza se destapó un escándalo sobre el director Manuel Martínez Justo, sus credenciales académicas y sus nexos con diversos actores políticos; las elecciones acababan de pasar y entre toda la maraña que rodeaba a la FES algunos alumnos señalaron que el candidato priísta por el municipio de Naucalpan había tenido uno de sus primeros mítines de campaña en la FES, además de que el director de ciencias jurídicas de Acatlán había sostenido reuniones de trabajo con José Antonio Meade, es decir, tanto el director como el encargado de la división jurídica tienen lazos muy cercanos al partido.
Una vez perdida la elección federal las listas de profesores y funcionarios de Acatlán (al menos en derecho) comenzaron a llenarse con velocidad de aquellos que perderían sus puestos en el gobierno federal; la FES sirvió como una cueva a la que todas las ratas huyeron despavoridas y en donde Justo los acogió con gran facilidad.

Un año después, cuando se elegían candidatos para pelear la rectoría, las autoridades de la UNAM comenzaron a perseguir activistas y organizaciones estudiantiles que evidenciaban las malas administraciones, siendo FES Acatlán uno de los más represivos: se quitaron murales hechos por estudiantes, retiraron cubículos de estudiantes organizados y esto terminaría en una movilización en defensa de estos grupos. Durante la toma de las instalaciones, el encargado de seguridad de la FES tomó del cuello a un alumno y lo levantó privandole de aire y haciendo un despliegue de violencia que debe ser inaceptable en la universidad, no obstante el director dijo en un comunicado que había sido separado del cargo y despedido de la FES solo para encontrarlo dos meses después en la nómina con su sueldo intacto, y en unos meses más se le restituyó su cargo.
Después de esto, las colectivas de la FES comienzan a organizarse para terminar tomando la Facultad en los primeros días de febrero y acuerpando una toma que duró poco más de dos meses. La FES no fue propiamente liberada sino que el movimiento de las mujeres fue fuertemente reprimido, como lo vimos en rectoría, por grupos organizados que atacaron a quienes se encontraban en la toma: hombres vestidos de negro irrumpieron en la madrugada para golpear a las manifestantes al grito de “Esto es por Erasmo” (jefe de vigilancia de la FES). Golpearon a las compañeras y prendieron fuego a uno de los espacios que ocupaban las manifestantes para dormir, no obstante la FES en colusión con rectoría decidieron difundir solo los videos en los que las manifestantes incendian una oficina, hechos que en palabra de quienes acuerparon la toma fueron “... para poder dar visibilidad a lo que estaba pasando, teníamos miedo de que nos mataran y quemar las oficinas iba a asegurarnos que alguien nos viera”.
Las autoridades dijeron tener identificados a los agresores, y no debería sorprendernos si tomamos en cuenta que el jefe de vigilancia de la FES fue quien mandó golpear a las compañeras. No obstante con “los agresores” se referían a las manifestantes, y en un depliegue de terrorismo institucional aprehendieron con toda la fuerza de la policia estatal a la compañera Tania Elis para iniciar un procedimiento penal por “daños a las instalaciones”. La universidad exige un pago de 4 millones de pesos para retirar la denuncia y que Elis pueda recobrar su libertad, porque al parecer golpear estudiantes, intentar asesinar a activistas y orquestar grupos organizados en su modalidad de pandillerismo es completamente legítimo para recobrar las escuelas, pero incendiar una oficina merece cuatro millones de pesos y prisión en el mismo penal en el que estuvo el Chapo Guzman.
La FES alega que ese es el valor aproximado de los daños causados por el incendio y que resulta imposible pagarlos, pues no se tienen fondos en las arcas de la escuela. Yo en lo personal le recomendaría, señor director, que dejara de becar jugadores de football americano, de pagar sueldos de profesores acosadores y violadores, que deje de contratar grupos delincuenciales para acosar y reprimir manifestantes o que simplemente ejerza el presupuesto asignado a la escuela de manera más inteligente en lugar de EXTORSIONAR, con mayúsculas, a la compañera Elis.
Lo acontecido con Elis debe señalarse como lo que es, terrorismo instituciona, pues no solo la han privado de la libertad de forma desproporcional y extorsionan a la familia, las autoridades nos están dando un mensaje, y más a las mujeres: protestar en la UNAM está prohibido, pues podría costarte la libertad. Es lamentable que la institución que se jacta de ser cuna de libertades y tener una visión para el futuro exija a través de sus actos represivos que las mujeres que conforman su comunidad sean su misas, cuando su emancipación daña el prestigio de la universidad.
La UNAM parece estar dispuesta a seguir siendo una cuna de violadores, acosadores y violentadores, un refugio a funcionarios corruptos y perpetradores de un sistema político rancio, pero jamás una escuela en la que las mujeres puedan protestar con dignidad y seguridad.
Graue puede soñar con Barros Sierra, pero está más cerca de Diaz Ordaz que de aquel magnífico rector que fue capaz de bajarse de su torre para marchar codo a codo con su alumnado.
#LibertadParaElis
