Lozoya está hablando.
Por Ángel Estrada.
Suena a cantaleta, pero si en algo no se equivoca AMLO es en que la corrupción es el mayor lastre que arrastra nuestro país, aunque hay que poner al mismo nivel a la impunidad. Estos dos elementos combinados son los que más daño han hecho a la sociedad mexicana durante décadas; puede existir la corrupción, pero si esta no se castiga, como sucede en México, entonces se genera un clima de impunidad donde los corruptos viven al margen de la ley.
Desde las cúpulas del poder político y económico se desmantelaron/debilitaron las de por sí históricamente mermadas instituciones del Estado, encargadas de garantizar el cumplimiento de las leyes, lo que dejó a un Estado vulnerable, fácil de ser aprovechado por intereses particulares y corruptos.
La corrupción le cuesta a los mexicanos el día a día. Ante la fuga de los dineros públicos a base de sobornos, triangulaciones y desvíos, rubros como la salud, la educación pública, la seguridad, entre otros, no han tenido la posibilidad de reforzarse y ver garantizado su pleno funcionamiento. Las pruebas de ello se presentan a diario: no se le puede garantizar a la población mexicana un sistema de salud de calidad, y menos si habitan en zonas rurales, sierras y sitios de difícil acceso; no toda la población mexicana tiene acceso a una educación pública gratuita desde la niñez hasta la adultez; y desde luego, hoy son pocos los mexicanos que pueden decir que se sienten realmente seguros, porque la violencia nos ha rebasado.
A quienes llegaron a un cargo público y se mantuvieron en él, solo para vaciar la bolsa del presupuesto, desde luego que no les habrá de importar sustituir quimioterapias por agua destilada; para ellos la educación no es cosa seria, y hasta desviar recursos triangulando el dinero con ayuda de universidades públicas resulta ser una gran idea; en su agenda, la seguridad es asunto de segunda discusión, y por eso es mejor perpetuar estrategias militaristas y punitivistas antes de capacitar a cuerpos de policías capaces de garantizar la seguridad pública.
Así lo demostró el sexenio anterior, el del ex presidente Enrique Peña Nieto, caracterizado por sus constantes escándalos de corrupción.
El ex director de PEMEX en su administración, Emilio Lozoya, ha regresado a México extraditado de España y se dice dispuesto a colaborar en las investigaciones sobre presuntos sobornos y compras ilegales, como los casos de Odebrecht y Agronitrogenados, que involucrarían a altos funcionarios de gobierno.
Lozoya ha puesto a temblar a sus ex amigos y al mismo PRI, quienes habrían recibido cantidades millonarias de dinero para financiar la campaña política de 2012, en la que llegaron a la presidencia, a través de la compra de votos.
Según fuentes de Proceso, retumban nombres fuertes de implicados en los esquemas de corrupción, como el ex presidente Enrique Peña Nieto, su ex secretario de Hacienda y luego de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, y hasta el propio ex presidente Felipe Calderón, quien habría comenzado las relaciones estrechas con Odebrecht desde 2010.
La corrupción ha dejado en la miseria a millones de personas, y a un país extremadamente rico lo ha puesto en decadencia; de comprobarse que estos personajes estuvieron involucrados en esquemas de corrupción sistematizados y bien planeados, lo menos que merecen es enfrentar la justicia, devolver el dinero y pagar por sus crímenes. Es urgente que la impunidad deje de ser un factor que impida la llegada de la justicia que millones de personas anhelan.
Caiga quien caiga, y así esto provoque un sisma político en todo el país, los verdaderos responsables del desastre no pueden seguir haciendo daño desde la administración pública federal.
Emilio Lozoya ya está hablando con la Fiscalía...
