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Litio, Dos Bocas y Tesla

Por Rodrigo Chávez

 

El anuncio de la llegada de la planta armadora de Tesla en Nuevo León ha venido acompañado de vituperios por parte de los militantes de la 4T, críticas por las izquierdas anticapitalistas y comentarios cargados de ironía por parte de la posición, comentarios que no solo surgen de un desprecio sino que muchas veces vienen cargados de poca reflexión. Es entonces prudente que hagamos un alto y pensemos a fondo la situación.

 

Voy a empezar, como se empieza la lectura, de izquierda a derecha. La crítica que se hace desde el anticapitalismo y los rincones más ortodoxos del comunismo debo admitir que llevan razón teórica y ecológica al decir que no es de celebrarse la llegada de Elon Musk al territorio mexicano. Musk fue partícipe del golpe de Estado en Bolivia en 2019 y cuando en México ocurrió la tragedia de los LeBarón, aprovechando el momento de tensiones, anunció su intención de poner una planta productora en Sonora, en donde se encuentran nuestras reservas de litio.

 

El interés de Tesla no está en abrir oportunidades de producción a México, ni siquiera en explotar la mano de obra barata y las pocas regulaciones laborales, para eso ya tienen Shanghai, está en poder explotar y reclamar el litio mexicano, misma razón para apoyar y financiar el golpe en Bolivia, hay que tener cuidado con eso y vigilar que el berrinchudo de Musk no se salga de las manos.

 

El acierto de la 4T y los aplausos.

 

Pese a que en la 4T militan muchos anticapitalistas es cierto que el proyecto de Andrés Manuel, ni de ningún progresismo, es romper con la relación del capitalismo. Sopesando y superando dicha contradicción podemos entender la alegría que da desde los militantes el tener una inversión directa tan fuerte para el país. Sin duda parte de la recuperación monetaria se debe a estas decisiones. Otro aspecto que hay que ver con ojos de triunfo y vituperios es la nacionalización del litio.

 

Si bien apenas hace un año el PRIAN negó la posibilidad de reformar el sector energético en su totalidad se consiguió meter al litio como un material estratégico cuya explotación queda en manos exclusivas del Estado mexicano y con ello se evita que las empresas privadas, como Tesla, se queden con un recurso tan valioso. De haberse aprobado la reforma eléctrica completa habríamos podido obtener más beneficios de este trato comercial pero el entreguismo de los partidos de derecha vió venir la posibilidad de que el capital transnacional se viera afectado.

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La falacia.

 

Uno de los principales argumentos de los opositores al proceso de transformación es que la inversión pública más grande del sexenio fue la construcción de la refinería Olmeca en Dos Bocas, Tabasco mientras que la mayor inversión del sector privado durante el sexenio será la planta de Tesla, una marca de autos eléctricos.

 

El rescate de Pemex ha tratado de hacerse ver como innecesario e ineficiente desde el comienzo del sexenio, primero con la deuda que la paraestatal cagaba y después con la idea de que no podía producir. La compra de Deer Park y la construcción de Olmeca han posicionado a la paraestatal mexicana como una empresa en recuperación de la cuál es posible obtener ganancias.

 

Aunado a la recuperación de Pemex es de vital importancia contemplar que un auto eléctrico no deja de depender de los derivados de petróleo pues en las refinerías rara vez se produce solo gasolina o diesel. Por lo regular el proceso de producción permite procesar dentro del mismo parque industrial petrolatos como el PET, Hule, Elásticos y un sin fín de productos derivados del petróleo que resultan esenciales hasta para el teclado con el que he escrito esta columna.

 

La falacia del auto eléctrico como respuesta a la crisis ambiental parece olvidar que el motor no es lo único que existe en un automóvil, también cuenta con cubiertas plásticas, acabados, piel sintética para asientos y autopartes que se componen principalmente de derivados de petrolatos que saldrán de… Alguna refinería.

 

La llegada de Tesla no ‘desnuda’ a la 4T como muchos quieren creer, desnuda una simbiosis en la que la inversión pública sirve como palanca para la industria privada. Mientras la primera invierte en extracción y abastecimiento de materiales estratégicos la segunda los termina conglomerando y convirtiendo en productos, productos que hasta el momento siguen siendo inalcanzables para gran parte de la población mexicana.

 

Si la 4T hubiera abandonado esta defensa del litio la llegada de Tesla habría maquillado indicadores macroeconómicos sin un reflejo real en la vida nacional, al poner al estado como rector de la relación litio-tesla se asegura que la empresa compre a precio justo el valioso mineral y que pague impuestos sobre su producción, la compra de litio y esos impuestos se transformen en programas sociales para la mayoría. Además de poder surtir de partes y plásticos provenientes de Olmeca y producidos en México.

 

Tesla gana pero bajo las reglas comerciales y legales que la 4T ha logrado implementar podemos decir que ganamos todas y todos, por primera vez desde hace más de tres décadas que la llegada de una empresa no significa la entrega total de lo disponible sino un trato comercial en el que se benefician las dos partes.

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