top of page

Hipersexualización en las niñas

Por Ankaret Alfaro

Tengo un par de primas pequeñas que amo con mi vida entera, intento ser para ellas una mujer a quien le puedan tener confianza, con quien se puedan sentir seguras y a quien puedan buscar cuando se sientan en peligro, intento tratarlas como me habría gustado ser tratada a su edad y darles la atención e importancia que me habría gustado recibir. Las infancias son algo que me parece maravilloso, pienso que no hay suficiente reflexión entorno a cómo deben ser tratades les niñes, mucha gente dice tener repele o indiferencia hacia les niñes y me parece algo grave, pues alguna vez fueron niñes que desearon ser vistes, escuchades, entendides, querides y tratades con dignidad y en ese sentido, debemos también hacer un trabajo entorno a la reconciliación con nuestro yo infante.

Hay algo fundamental respecto a este cuidado y amor a las infancias relacionado a su desarrollo, sus cuerpos y su seguridad, y es que les enseñamos (no sólo padres, madres y cercanes, el mundo de por sí), desde muy pequeñes que su valor como persona recae en su atractivo físico y por lo tanto, en cómo son percibides por les demás y en cuán exitoses serán. Y es algo que está sumamente normalizado y algo que siempre está en su entorno, no es sólo lo que les enseñamos a través de palabras o acciones, sino intervienen los medios de comunicación y su propio entorno infantil en juguetes o caricaturas. 

En el año 2011, la hipersexualización infantil se definió como “la sexualización de las expresiones, posturas o códigos de la vestimenta considerados como demasiado precoces”, en un informe encargado por el Ministerio de Educación del Reino Unido para hacer investigación respecto a la hipersexualización de la infancia en la región, y no sólo aborda el tema de las imágenes sexuales y sexualizadas que están presente en el entorno de las infancias sino que afirma que las primeras afectadas son las niñas al imponerles esa imagen de mujer objetivizada desde una edad cada vez menor, y como consecuencia absorben aquellos estereotipos que no sólo son un insulto sino que al recibirlos a su edad puede tener consecuencias terribles en un futuro.

Es un tema de hecho bastante amplio, la mayoría de veces es tocado a partir de la publicidad y el marketing y a pesar de que es algo fundamental en los procesos de la hipersexualización infantil, lo quiero tocar desde su punto más sensible; desde el familiar.

La mayoría crecemos siguiendo un camino preestablecido por esta asquerosa sociedad patriarcal, en el que tenemos que ser bonitas y deseables para gustar, desarrollando con el tiempo problemas de identidad, de autoestima, alejándonos de nuestra infancia queriendo crecer pronto y cosificándonos.

¿Recuerdas a qué edad comenzaste a preocuparte por verte linda para alguien más? ¿A preocuparte por verte sexy? ¿Te preocupaste alguna vez por no desarrollarte tan pronto o al mismo ritmo que las demás? ¿Por vestirte y comportarte como una mujer mayor?

Sin miedo a que se lea incómodo (pues de eso se trata), contaré la manera en que viví esto en mi infancia.

Para ejemplificar, cuando era niña, me preocupaba por usar faldas y mostrar el ombligo justo como las mujeres de los videos musicales que veía mi padre, y de las que hacía comentarios de que “así le gustaban” o “eso era una mujer”, porque eso era lo atractivo ¿no?, ¿de eso dependía mi aceptación? ¿De eso dependía que me dijeran que era bonita? ¿Ser bonita era importante? Por otro lado, mujeres en mi familia me alentaban a bailar una canción haciendo alusión al “pole dance” mientras aplaudían; llegué a recibir el comentario un par de veces de que mi manera de quitarme el suéter era “anti-sexy”, me compraron brasieres cuando aun no estaba ni cerca de necesitarlos sólo porque se veía lindo o “coqueto” (¿?!), me obligaron a depilarme piernas y cara desde los 10; años después me hicieron creer que “no era bonito” y “no era agradable” que mis senos no estuvieran grandes (a los 12 años), y un sinfín de etc.

¿Qué pasa si gracias a este tipo de cosas se vulnera su seguridad? ¿Qué pasa cuando esto se vuelve una erotización infantil? ¿Cuándo la situación comienza a servir a de manera cómoda y normalizada a pedófilos? ¿O qué pasa cuando ellas se sienten obligadas a complacer y gustar y por lo tanto a competir? ¿Cuándo desarrollan problemas de autoestima o trastornos relacionados a la ansiedad, depresión o alimenticios?

La destrucción de esas infancias dignas y plenas, las encaminan a ser personas que pasen su vida validándose a través de cómo se ven y que tan aceptables son sus cuerpas, corriendo el riesgo de problemas de autoestima, de personalidad, trastornos psicológicos y riesgo de comenzar una vida sexual a una edad temprana y no acorde a su desarrollo.

Las niñas no tienen que ser sexys, no tienen que ser flacas, no tienen que ser bonitas, no tienen que tener novies, no tienen que gustar, ni bailar sexy; no tienen que imitar comportamientos de mujeres adultas, su infancia no tiene que ser destruida desarrollándose bajo estereotipos que las encaminen a ser alguien que no son, a crecer con ideas que dañen su autoestima, ni con la idea de que la belleza es primordial para ser exitosas, no debemos inculcar conductas que las sexualizan y vulneran, no debemos encaminarlas al seguimiento del estereotipo de mujer guapa y sexy no debemos desear que sus cuerpas crezcan pronto ni hacerles creer que tener senos o nalgas grandes es algo importante, no debemos compararlas ni alentarlas a competir por belleza.

Quiero que las niñas edifiquen su personalidad alejadas de este tipo de violencia, de acuerdo con sus capacidades, sus gustos sin influencia de roles de genero ni estereotipos patriarcales, que desarrollen su personalidad como mujeres libres sin preocupación de qué tanto encajan en estereotipos físicos, que disfruten y vivan una infancia digna, feliz y segura.

  • Facebook
  • Twitter
  • Instagram

©2022 por Revista Columnas. 

bottom of page