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Grietas

Por Rodrigo Chávez

A lo largo de la historia política internacional hemos visto caer proyectos de izquierda casi de forma cíclica. A pesar de que esto pudiera ser común en la vida en democracia y por los propios ciclos de la vida política de un país, es importante analizar las razones más allá del tiempo natural que han llevado a estos proyectos a romperse.

Paco Ignacio Taibo II definió a Andrés como “el caudillo mexicano del siglo XXI”, democratico y amplio pero caudillo a fin. Siguiendo con esta definición del ahora presidente podemos trazar una de las grietas más problemáticas que comienzan a surgir; Andrés fue y aún es el líder moral y político de la izquierda partidista de México, pero con la inhabilitación del mismo de la vida interna del partido comenzamos a ver la ruptura entre los grupos que se alinean bajo el manto del obradorismo pero no así con el partido de MORENA. Aunque esto no es nada nuevo ni exclusivo de la izquierda, por poner un ejemplo simple podríamos ver la ruptura en el PRI en los años 80 que diera como resultado la deserción del grupo de izquierda del partido y posteriormente la fundación del PRD.

Si quisiéramos estudiarlo hacia lo internacional podríamos ver la estructura burocrática del Partido Comunista de la Unión Soviética y como una vez que Lenin toma el poder el estalinismo y el trotskismo comienzan una batalla para tener el control del aparato interno, ambos bajo la bandera del leninismo se acusan mutuamente, juegan guerras sucias y termina apoderándose Stalin del partido y posteriormente del gobierno. El problema no es que los grupos entren en contradicción, sino que se pierda la objetividad sobre la noción de proyecto que se trata de plantear. El estalinismo terminó ahogando la estructura del partido a tal punto que cuando el caudillo murió se fue con él el proyecto de la Unión Soviética generando que a la larga se volvieran frecuentes estas guerras y terminara con la desintegración en tiempos de Gorbachov.

En países latinoamericanos el chavismo venezolano estructuró toda su burocracia alrededor de la figura de Hugo pero cuando el tiempo alcanzó a Chávez se perdió también la revolución bolivariana, Maduro ganó la lucha de facciones y terminó sumiendo al país en relaciones diplomáticas complejas que derivaron en la crisis venezolana actual. En Ecuador pasó algo muy similar a lo que vemos hoy en México, el correalismo apabulló por años en las elecciones significando una mejora en la vida política y social de Ecuador, durante el tiempo de Rafael al mando del ejecutivo se lograron en el país avances significativos en materias claves que parecían irrenunciables en la posteridad pero al interior del partido Alianza PAIS se fraguaba un revés muy claro. Lenin Moreno se había apoderado de los cargos claves del partido para asegurar su candidatura y una vez que este obtuvo el poder, no sólo traicionó al propio Rafael, sino a todo el proyecto de nación planteado y trabajado por años. Moreno inició una persecución política y se alió con los adversarios ideológicos del expresidente costándole así el exilio.

Esto se parece a lo que sucede en el interior de MORENA hoy. Durante el 2018 el partido decidió aceptar cualquier propuesta política para obtener fuerza electoral, entre sus adhesiones se encuentran al ex priista Ricardo Monreal que a lo largo de su legislatura en la cámara de senadores ha demostrado los viejos trucos y usanzas del tricolor para despojar de autoridad a Martí Batres, quitándolo de la mesa directiva y adhiriendo a su facción a distintos senadores una vez arrancada la legislatura. Esto parecería tema menor pero no debe serlo pues Monreal hoy concentra demasiado poder dentro de la cámara de senadores haciendo que las propuestas tengan su visto bueno. 

Desde la dirigencia del partido se vió hace unos meses a una Yeidckol ensimismada, aferrándose a uñas y dientes a la cabeza de la estructura partidista y al mismo tiempo una lucha que lleva dos años fraguándose. Mario Delgado de un lado, cabildeando simpatías y desbancando a la propia Yeidckol y, con la resolución del TRIFE, hemos visto a Gibran ramirez y a Antonio Attolini buscar la dirigencia del partido. Por un lado la militancia exige un relevo generacional, pero por el otro los viejos lobos de mar (y algunos, no pocos, mañositos)  ven en estas trifulcas la oportunidad de apoderarse del partido y asegurar que sus ambiciones queden bien resguardadas.

Estas prácticas no deben pasar desapercibidas pues debemos tener en cuenta que el gran apoyo que recibió el partido en 2018 fue en esencia un voto al proyecto obradorista, las riñas internas de MORENA hacen no sólo peligrar a un partido político sino al sistema político completo. La desesperanza social que podría generar perder la estructura burocrática del lopezobradorismo daría paso a que viejos partidos de antaño puedan recuperar sus bases sociales perdidas ante MORENA. El priismo podría avanzar en ese terreno sin muchas complicaciones si MORENA abandona a sus votantes de abajo, debemos visualizar de igual modo que con una institución electoral tan permisiva con ciertos actores políticos podría en cualquier momento abrirle la puerta a México Libre y con ello una radicalización del discurso de ultraderecha golpista del que ya hemos tenido algunos destellos.

La militancia no debe permitir que las riñas entre los caudillos del partido vuelvan irreparables las grietas que hoy existen, pues son precisamente este tipo de conflictos los que llevan a la ciudadanía a perder la fé en las instituciones democráticas y partidistas. Para los ambiciosos la pérdida de un partido en la boleta será cosa menor pues podrán enlistarse en las filas de cualquier otro, pero quienes ven en MORENA una esperanza, un último esfuerzo de creer en el cambio y una manera de apoyar a la 4T no perdonarían jamás perder el partido ni mucho menos que sus anhelos sean negociados entre quienes pelean un puesto de dirigencia. El proyecto de nación propuesto por el lopezobradorismo no debería ser rehén de aquellos que aspiran al poder a cualquier costo.

Si la oposición en México estuviera medianamente organizada o se apartara de su discurso violento y vacío, la 4T correría un peligro serio pues veríamos una organización político-social que le costaría el poder a MORENA. No obstante, me parece irresponsable abandonar la 4T a la poca lucidez de los opositores. Coincidamos o no con el partido, debemos contemplar el peligro que resulta perder opciones electorales de espectros políticos poco representados. La ultraderecha mexicana existe y su imposibilidad de obtener el poder los está agrupando, si el partido en el que se depositaron las esperanzas de la gente desaparece estos grupos estarán dispuestos a usar el cansancio y odio como catalizadores. 

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