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El porno no se regula, se abole

Por Ankaret Alfaro

El 4 de diciembre se publicó una columna de Nicholas Kristoff en el New York Times titulada “The Children of Pornhub” (Los niños de Pornhub), en la que expuso que el sitio contenía millones de videos sobre violación, tortura, pornovenganza y pornografía infantil.

En realidad no es algo nuevo, también le debemos crédito a las muchísimas mujeres que han escrito sobre esto anteriormente, pero debemos agradecer la difusión y la polémica: Mastercard y Visa anunciaron que ya no prestarán sus servicios de pago en ese sitio, además, Pornhub eliminó 2/3 de su contenido, cosa a la que le han llorado cantidad de machos porneros.

 Este sitio, es sólo uno de los bebés de la empresa “Mindgeek”, dueña de más de 100 sitios pornográficos, sin embargo en el ranking de sitios más visitados de similarweb, Pornhub se encuentra en el décimo lugar. Este sitio gigantesco, publica alrededor de 6.8 millones de videos al año, y recibe más visitas al mes de lo que reciben plataformas gigantescas como Netflix o Amazon.

Pornhub se ha presentado como un sitio amigable que dona a organizaciones antirracistas y tan considerado que ofreció contenido exclusivo gratis durante la cuarentena por covid, pero ¿Qué esconde en sus millones de videos? (no tan escondido)

Las principales búsquedas en el sitio son videos relacionados con menores, con estudiantes, dolor, humillación, violencia, tortura y acoso, nos podríamos imaginar, que en una mejor situación, son adultos grabando de manera consensuada y actuando, (tampoco es mejor que a la gente le excite hacerse pasar por menores o imaginar tener relaciones sexuales con menores) sin embargo, la manera en que este sitio opera permite que cualquiera pueda publicar “sus” videos.

Kristoff escribe sobre varios testimonios de mujeres que sus videos íntimos terminaron en el sitio porno, todas afectadas de por vida y con la misma respuesta por parte de la empresa: se deslindó de haber publicado y lucrado con el contenido que significó el peor momento de la vida de esas mujeres. Por otro lado, Pornhub se ha convertido en el proxeneta y traficante de mujeres que desde niñas han sido esclavizadas y obligadas a grabarse, y de otras que han sido desaparecidas y arrebatadas de sus familias para explotarlas y producir contenido pornográfico, justo como otro de los testimonios sobre los que el columnista escribe; una madre encontró a su hija desaparecida en 58 videos publicados en ese sitio, denunciados por un compañero de la chica. Los responsables terminaron presos, pero Pornhub se lavó las manos detrás de la excusa de que el contenido que se publica ahí es libre y es responsabilidad de quien lo sube. Es decir, que el sitio se beneficia y lucra con videos de violaciones, torturas y contenido ilegal, sin recibir ningún tipo de castigo.

Seguramente, el número de videos que aparecen según las búsquedas principales son incontables, y como consecuencia los jóvenes normalizan cierta manera de relacionarse sexualmente, el porno alimenta la cultura de la violación y pedofilia. Lo anterior aunado a que el primer acercamiento con el sexo que tienen los jóvenes en su mayoría es el porno, y como consecuencia, inician su vida sexual reproduciendo violencias patriarcales, reproduciendo un sentido capitalista de consumo y desecho de cuerpos, de agresión a nuestros cuerpos, de ignorar el consentimiento y practicando un sexo fantasioso y falocentrico lejos, muy lejos, de la verdadera exploración de nuestros cuerpos y los placeres que sería posible alcanzar con ellos.

Yo no creo que nuestra reflexión entorno a esto, deba estar dirigida a la regulación de estas plataformas, pues volveríamos a lo mismo: explotación de las trabajadoras de la industria, el tráfico para realizar contenido pornográfico no cesaría, y con esto no se busca la exclusión de las mujeres que se dedican a hacer porno, sino beneficiar a las mujeres que están siendo maltratadas, violadas y explotadas a beneficio de las empresas pornográficas.

Pornhub, posiblemente es el sitio con el mayor número de pruebas de explotación sexual.

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©2022 por Revista Columnas. 

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