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El mundo que no vemos

Por Bruno Rico Gómez.

Los microscopios ya no son tecnología desconocida para al menos un 50% de la población actual del mundo, y es que sería bastante deprimente que solo unas cuantas personas pueden ver el milagro que sucede donde nadie alcanza a observar.

En 1590, Zacharias Janssen construyo el primer microscopio de la humanidad, lo curioso de este hecho es que se parecía mucho a un catalejo, herramienta utilizada por los navegadores para observar a la lejanía en las inmensidades de los océanos, o sea, para ver algo tan pequeño fue necesario ocupar algo para ver a lo cerca.

Mucho tiempo ha pasado y sin duda la tecnología ha avanzado a tal grado que los grandes barcos transatlánticos dejaron de usar catalejos y empezaron a utilizar radares, pero, los microscopios fueron designados a la educación, principalmente en la medicina y la biología.

Imagina un mundo en donde no se hubiese descubierto el funcionamiento de la neurona, el papiloma humano o la identificación del Alzheimer, así es, todo eso gracias al microscopio, tanto le debemos a ese pequeño aparto.

Pero es que no solo en la medicina o en la biología tienen usos, otro de los usos principales de los microscopios ópticos de alta resolución es la caracterización de metales mediante metalografías.

Y se han de preguntar lo mismo que me pregunte yo, ¿Para qué sirve esto? La respuesta que suena más lógica es que se utiliza para la detección de zonas representativas de una muestra, en pocas palabras, gracias a las metalografías sabemos qué tipo de defectos tiene un metal y poder designarlo a un tipo de industria.

¿Apoco creen que el mismo acero de las varillas es el que usan para fabricar los bisturíes? Claramente no pues el acero de bisturí tiene que tener menos impurezas y debe de tener una estructura totalmente específica, en cambio el acero de las varillas no tiene que ser tan controlado pues solo es un reforzante en las estructuras.

Y si piensas que ya vimos todo estás equivocado ya que existen telescopios de nueva generación como los electrónicos de barrido o los electrónicos de transmisión. Estos en lugar de utilizar luz para iluminar las muestras lanza un láser que “lee” las superficies y manda una señal de regreso con toda la información de la pieza de estudio.

Tan avanzados son que gracias a una aditamento extra también se puede calcular el porcentaje de elementos que existen en la superficie de estudio.

Sin lugar a dudas le debemos mucho a los microscopios, sin ellos no podríamos observar los pequeños mundos que nos rodean.

Y por si se lo preguntan, la fotografía del artículo es la punta de una pluma vista en el microscopio electrónico de barrido.

“En algún lugar, algo increíble está esperando ser conocido”. Carl Sagan, famoso astrónomo (9 de noviembre de 1934 – 20 de diciembre de 1996).

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