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Democracia amenazada

Por Rodrigo Chávez

La democracia es un bello invento de la sociedad contemporánea, pero bastante incomprendido por la mayoría. ¡Peor aún! Mayormente desconocido a fondo, y eso hace que el concepto de democracia se redunde absurdamente en elecciones o en el ya trillado “poder pueblo”. Pero, ¿qué es la democracia sino votar cada 6 años? Bueno, para poder darnos una idea de lo que sí es la democracia debemos tener muy en claro qué NO es democracia.

Podemos hablar claramente de las diferencias entre las dictaduras y las democracias: en una dictadura, una persona concentra todo el poder y su figura es en sí misma la encarnación de mandato supremo, es decir, el dictador decide qué se debe hacer o qué no se debe hacer sin ningún tipo de contrapesos o resistencia válida. Las instituciones pueden existir, siempre y cuando funjan como facilitadoras entre la voluntad del jefe supremo y la materialización de dichas voluntades; en este sentido, las instituciones más valiosas en una dictadura son aquellas cuyo atributo es meramente la fuerza: el ejército, la marina, la fuerza aérea y las policías son indispensables para el dictador, pues son estas organizaciones las encargadas de suprimir la voluntad del pueblo y apagar cualquier indicio de desorden o desacuerdo. Otro de los puntos claves de las dictaduras es la vitalidad del mando: mientras en regímenes democráticos o semi democráticos se obtiene una circulación entre figuras políticas al mando, en las dictaduras esto no sucede, los dictadores se quedan en el mando hasta la muerte y hay quienes heredan su cargo a sus hijos o hermanos.

Ahora bien, justo hace un instante acabo de mencionar otro tipo de régimen, el semidemocratico, que puede o NO ser una dictablanda; dependiendo de los autores y las corrientes que analicemos podemos trazar separaciones o simplemente decir que son lo mismo. A decir verdad éstos modelos son complejos, pues se encuentran en un punto medio entre la total libertad y el total control. Los regímenes semi democráticos tienen instituciones como Parlamentos o Congresos mayormente controlados por el presidente, ya sea directamente o desde el partido, que suele ser hegemónico. En países que adoptan este modelo pueden realizarse elecciones de manera recurrente sin tener un cambio sustancial, aunque sí puede llegar a haber una rotación de figuras al mando, las caras pueden cambiar de orden pero seguirán el mismo plan y nadie se les opondrá verdaderamente, pues se controlan todas las instituciones; imposible no pensar en el priato y sus artilugios para controlar la vida nacional.

Ahora bien, lo difícil de entender la democracia es la particularidad que ésta misma tiene de convertirse en alguno de los otros sistemas para salvar a su bien sagrado que es, el Estado.

A lo largo de esta semana y desde el inicio del nuevo sexenio hemos visto por parte de algunos grupos sociales y políticos ideas, reacciones y escritos que parecieran exigir el fin de la democracia para salvar un modelo político y económico fallido. Vemos, por ejemplo, desfiles de automóviles en algunas ciudades que gritan desesperadamente que Andrés Manuel nos lleva hacía un temido socialismo, pero que no logran argumentar su preocupación, o peor aún, proclaman su verdad subjetiva como única y hablan constantemente de derrocar, correr o sacar del poder al actual presidente. Ello podría parecer inofensivo hoy por cuestiones de institucionalidad, derecho y de apoyo popular del que goza Andrés Manuel, pero cada vez son más recurrentes las ideas de no permitir que alguien ajeno a su corriente de pensamiento llegue al poder. Hemos tenido el infortunio de leer en medios nacionales columnas de opinión como la del chef Olvera, que exacerba la idea de que quienes ostentan el poder saben lo que es mejor para el pueblo y no deberían siquiera tomarlo en cuenta para la aplicación de medidas, pues en sus propias palabras “El pueblo se equivoca”. Si bien pareciera absurda la idea de que alguien desde una condición de poder, como un chef dentro de una cocina, te diga qué o cómo debes comerlo, esto se torna peligroso al traspasarlo a un plano político; creer que las personas no saben qué necesitan o qué es mejor para ellos nos permite vislumbrar una actitud no solo paternalista en la que el Estado o el gobierno deciden qué es lo mejor, sino una condición que pudiera propiciar una dictadura, pues de seguir la receta del chef ningún país podría ser democrático, dado que el pueblo no sabe lo que quiere. Chile tendría que haber seguido al mando de Pinochet a pesar de la represión, o Argentina tendría que haber mantenido a Videla porque sólo el poder sabe lo que es mejor, el pueblo se equivoca. No es redundante a este punto aclarar que esto es un error; poner las decisiones sociales en manos de quienes gobiernan es en sí mismo permitir violaciones a los derechos de quienes son gobernados, los gobernantes son representantes del pueblo y nunca debe ser al revés.

De igual forma en la semana pudimos ver un vídeo de Felipe Calderón en un foro internacional de ideología de derecha sugiriendo la necesidad de un golpe de Estado para Venezuela y para México bajo la premisa del “sufrimiento” generado por el socialismo maldito. Bajo la perspectiva de Calderón, la solución a las discrepancias ideológicas es tomar las armas y arrebatar el poder. Felipe ha navegado hasta ahora bajo una falsa bandera de democracia, y digo falsa porque el fraude electoral de 2006 no hubiera sido aceptado por un demócrata y el sugerir un golpe de Estado para derrocar el gobierno electo por más de 30 millones de ciudadanos que votaron por Andrés es simplemente nefasto.

Tuvimos además en días recientes al propio Calderón acusando al gobierno mexicano de persecución política por señalarlo como culpable de la violencia desbordada, derivada de su fallida “guerra contra el narco”, y porque el presidente dijo que durante 2006 y 2012 existió en el país un narcoestado. Andrés no se ha sacado estas ideas de la manga, los datos están ahí, la violencia y la inseguridad estaban en niveles que hoy no son más que un sueño. Fue por la guerra contra el narco que la violencia en el país comenzó a alcanzar niveles históricos, es poco creíble que Calderón denuncie hoy persecución política cuando se señala un narcoestado, estando su jefe de seguridad pública, Genaro García Luna, preso por tráfico de drogas en EEUU, su jefe de policía preso en México por asociación delictiva, y teniendo la declaración de un narco que fuera a su vez soplón de la DEA, de que él mismo (Calderón) encabezaba las reuniones con líderes del crimen organizado. Calderón dice orgulloso que él no saludó a la mamá del Chapo Guzman de mano, como si la mujer fuera el mismo capo, además le recuerda a Andrés el operativo fallido en Culiacán en el que el presidente da la orden de soltar a Ovidio Guzmán, procurando la seguridad de los ciudadanos antes que la detención de un capo.

Cartón de monero Rape, Tomado de Animal Político

No Felipe, ya sabemos que tú no saludaste de mano a la mamá de Guzmán Loera, lo que tú hacías era mandar al ejército o a la polícia federal a matar a los líderes de plaza que no se te unían y dejar disponible el territorio para que gente del cártel de Sinaloa fuera poco a poco ocupando esos espacios. No creas que se nos olvidan los reportes de detenidos en el que había 3 detenidos de cárteles rivales por cada detenido del cártel de Sinaloa, también lo que hacías era darles armas de alto calibre a tus amigos, armas que cruzaste a México con el operativo «rápido y furioso», y que en cuanto cruzaron la frontera se extraviaron y poco a poco, en incidentes como el helicopterazo de Jalisco hace unos 5 años, aparecieron unas pocas.

La oposición no tiene un rumbo, no tiene fuerza y no tiene respaldo social pero si algo podemos aprender de lo que ocurrió en Brasil es que estas ideas pueden, poco a poco, irse ligando unas con otras y terminar en un terrible golpe institucional que le asegure el poder a grupos de extrema derecha. Si usted, estimada o estimado lectora o lector, está en desacuerdo con Andrés Manuel le recuerdo que es válido y que es valioso discrepar, pero lo pido que no caiga en el error de negar: 1.- Su triunfo democrático y 2.- Que la democracia es respetar la pluralidad de ideas y de corrientes políticas. Entiendo que no es sencillo comprender que quién no piensa como usted esté al frente, pero eso es lo que elegimos más de 30 millones de personas. En el juego político no existen soluciones sencillas, seguir la idea de Calderón de intentar un golpe de Estado va a llevar al país a una lucha en la que miles de vidas serán pérdidas; de conseguir tal golpe, la democracia habrá muerto en México y serían entonces quienes salen a gritarle "dictador" a un presidente democrático quienes habrán llevado al poder a un verdadero dictador.

Calderón está desesperado, las líneas de investigación abiertas en USA y México apuntan a él como coordinador del crimen organizado en México y eso le aterra. Sus intentos desesperados de conseguir poder a través de “México libre” parecen cada vez menos efectivos y está dispuesto a todo para no ir a prisión. Durante 12 años escuchamos a este señor decir que el hoy presidente estaba enfermo de poder, pero ni en sus peores días Andrés sugirió la idea de tomar el poder por la fuerza, ¿Quién es el desquiciado y el enfermo de poder?

Le pido a todas las personas que lean esta columna que no maten la democracia anhelando la democracia, porque a pesar de que suene contradictorio podría pasar. Acabemos con estas ideas fascistas y apostemos siempre a la vía del debate, la política y la paz para resolver nuestras diferencias.

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