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Crecimiento de rama de violencia peligrosa

Por Ankaret Alfaro

Durante al menos el último año, la discusión entre feministas radicales y personas de la comunidad trans sobre si las mujeres trans pueden o no pertenecer a la lucha feminista, se ha vuelto sumamente violenta, y fuera de que sea una discusión necesaria y atravesada por diversas polémicas y problemáticas es necesario reconfigurar los discursos de las participantes de ambas luchas.​

Es indispensable recordar que el conjunto de teorías y prácticas en la lucha social por la liberación de las mujeres buscan justo liberarse de las estructuras de opresiones patriarcales y el cese de violencia machista que sufrimos por ser mujeres, y que al mismo tiempo, son atravesadas por eslabones de otras diferentes estructuras de opresión: raza, orientación sexual o clase, por mencionar algunas.

Es sumamente importante tener en claro que aunque todas como mujeres nos atraviesa la violencia patriarcal, no somos iguales: una mujer heterosexual blanca y de clase media no sufre el mismo nivel ni los mismos tipos de violencia que sufre una mujer lesbiana de la periferia; así como no es igual la violencia que atraviesa a una mujer con alguna discapacidad, o una mujer neurodivergente, o una mujer europea a una de medio oriente; pero al mismo tiempo, el feminismo nos tiene que llevar a todas ya sea luchando desde el feminismo con el que mejor nos identificamos o apelando a una interseccionalidad.

Me parece relevante recordar que para poder pararse a defender alguna injusticia hay que ponerle nombre, hay que teorizar, problematizar, reflexionar y hacer un recuento, hacer la historia o darle un repaso; ¿Cuáles son los antecedentes? ¿Cuándo y cómo comenzó? ¿Cuáles podrían ser los primeros eslabones de la estructura que somete al oprimido? ¿Cómo y qué es lo que perpetua esa estructura de opresión? ¿Cómo se volvió parte del sistema? ¿Cómo es que el capitalismo normaliza, ocupa y/o se enlaza con esa estructura? ¿Quiénes pertenecen a la clase dominante y quienes a la clase subordinada? Y así, con todas las preguntas que puedan salir para que nos aproxime a una posible raíz del problema, pero remarco que hay que ponerle nombre a las distintas estructuras que nos oprimen y nos etiquetan como alguien ajeno a la hegemonía para poder combatirlas desde una posición que sepa también cómo es que se enlaza con otras estructuras de violencia pero nunca se combinan pues no tienen la misma raíz. (Así como el feminismo radical plantea que el inicio de la violencia patriarcal nace a partir de las diferencias sexuales: el querer controlar la capacidad reproductiva o la división sexual del trabajo, en donde se fueron construyendo ideas de binariedad a partir del género asignado con base en el sexo, por lo que se fue ordenando diferencialmente lo masculino sobre lo femenino y por esto, se busca la abolición del género)

Después de abordar constantemente infinidad de cuestionamientos, haber reflexionado, analizado y tener una postura informada, también debemos ser conscientes de la violencia que nuestros discursos disparan lastimando y siendo violentas con personas que también se encuentran en posiciones vulnerables y que a pesar de nuestros desacuerdos no merecen ser violentadas, menospreciadas ni vistas como personas menos inteligentes, ingenuas o ignorantes (pues el conocimiento no anda regalando empatía). También debemos tener cuidado con esos discursos que vomiten privilegio.

Sea cual sea nuestra postura respecto a la inclusión de mujeres trans en el movimiento feminista, debemos recordar nuestra incuestionable postura en contra de los discursos de odio, pues últimamente he visto tweets en los que sobre todo, mujeres trans, desean la muerte a las “TERFS”.

¿TERFS? (Feministas Radicales Transexcluyentes, por sus siglas en inglés). Pienso que esta palabra denota desconocimiento respecto a los planteamientos principales de la teoría feminista y sobre todo, del punto de partida del feminismo radical, por lo que han optado por utilizar un término que tiene como objetivo no sólo destacar que cierto grupo está excluyendo a su comunidad y protestar por ello, sino ridiculizar, silenciar, hostigar, minimizar y amenazar a las feministas radicales.

Quienes son etiquetadas de ésta manera de forma despectiva son quienes han osado plantear cuestionamientos respecto a la teoría de género, quienes reafirman que el género se refiere a la “organización social de las relaciones entre los sexos” (Scott 1986, 49), por lo que es algo meramente impuesto, quienes cuestionan la identidad de género, sobre si lxs niñxs deberían o no iniciar el proceso de transición, quienes afirman que la opresión a las mujeres por parte de los hombres radica en el sexo biológico, quienes cuestionan si las mujeres trans son mujeres, quienes sugieren que les trans perpetúan el género y todo lo que trae consigo, quienes apelan al separatismo, y muchos otros cuestionamientos con base en los planteamientos básicos feministas y reflexiones en torno al género y las identidades.

Es importante no desinformar, las feministas radicales no odian a las mujeres trans, pero hay que tener cuidado cuando éstas no están de acuerdo y usan frases como “hombre con falda” pues es sumamente violento y sólo perjudica la salud mental de la persona agredida, y por otro lado, dejar de contestar con cualquier oración que contenga las siglas “TERF” pues sólo me dicen que para esas personas, el no estar de acuerdo significa que merecen ser tratadas con violencia, y más triste aun cuando esos comentarios vienen de mujeres feministas liberales, y en ese sentido, también debe entrar en cuestionamiento el uso que se le ha dado a la palabra “transfobia” pues corre riesgo de banalizarse.

Las personas trans pertenecen a una comunidad que ha llevado años visibilizar, que la lucha por sus derechos debe ser escuchada y atendida, de eso no existen dudas, cuestionamientos ni contradicciones, y en ese sentido, debemos establecer un diálogo y una teorización concreta que responda a las conexiones entre las luchas en cuanto a opresores y tipo de violencia que concierne a ambas, y que al mismo tiempo dé hilo a la lucha histórica respectiva y desenvuelva sus raíces para así, poderse deshacer de esa opresión desde un punto de vista histórico y radical.

No hay que olvidarse que ambas posturas y los cuestionamientos que conllevan son totalmente válidos y que los discursos de odio hay que desecharlos, pues no podemos permitir amenazas ni deseos de muerte cuando estamos luchando por que no nos maten y por no ser violentadas, no debemos darle vida a otra rama de violencia que nos conecte y termine perjudicando y oscureciendo ambas luchas, cuestionemos y discutamos desde la más profunda empatía, que todo cuestionamiento es totalmente valido mientras busque liberación, resolución, abolición y cese de violencia al oprimidx.

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