Contradicción
Por Rodrigo Chávez
Somos contradicción, reza una frase de música rap mientras se queda tatuada en mi cabeza a los 17 años, una frase breve, dos palabras, ¡qué poderosas pueden ser dos palabras cuando estás dispuesto a escucharlas, cuando las analizas a la raíz primaria! "Somos contradicción” y la vida se nos va poco a poco saltando de una contradicción a otra, corregimos las posturas de las ideas pero de alguna forma, en algún punto volveremos a contradecirnos. Una concordancia plena no puede resultar de una crítica al pensamiento, al contrario, tendríamos que desconectarnos de nosotrxs como seres para no contradecirnos. Esta semana soy una contradicción.
Los conocimientos que uno adquiere a menudo entran en conflicto, en esta ocasión, mi conflicto es provocado por los lamentables sucesos de hace unos días en el que un hombre sube a asaltar al transporte público y los ciudadanos, cansados de esta condición responden a la agresión. Para muchas personas la postura natural es la del gozo, vibran de emoción con los golpes; para algunas otras la respuesta es de análisis de las condiciones, asumir al hombre golpeado presa de un sistema desigual que constantemente empuja a ser menos humano y más vil.
El vídeo se popularizó, se repitió en un loop infinito por las redes sociales, las burlas, los memes, la algarabía, el pleno gozo de quienes expectantes disfrutan del dolor ajeno, pero algo había ahí para mí, no puedo reír, no puedo sentir ese placer extasiado que muches otres sienten al ver las imágenes, la dicotomía del bien y el mal están corrompidas aquí, la vida no es tan fácil como en las series de televisión donde un malo indiscutible hace cosas malas y un bueno indiscutible hace cosas buenas, la vida no es una novela en la que dos fuerzas opuestas se enfrentan y ya está; la trama se resuelve con la épica batalla del bien y el mal en la que el bien siempre triunfa. En este mundo, en este país y bajo estas reglas sociales, políticas y económicas, las personas buenas son llevadas a través de diversos mecanismos a cometer actos malos, mientras los malos a menudo disfrazan su maldad a través de actos buenos.
La dicotomía superada, ¿cómo evitamos confundir a los unos y a los otros? ¿Es acaso que los pasajeros cansados son los malos de esta triste historia? La primera pregunta es más compleja de lo que parece, a veces es imposible, la vida humana no cabe en un juicio de valor y por ende, cada unx de nosotres lleva por dentro la capacidad de jugar en ámbos lados de la línea, dañar a les demás o no dañarles, hasta dónde dañarles, cómo es la pregunta real. La solución a la segunda pregunta es más sencilla: no, no podemos culpar al obrero cansado, explotado y menospreciado de defender el fruto de su trabajo. Para mí, a pesar de todo, no hay culpables, tenemos a un grupo de víctimas frente a frente, compañeros de clase social y muy posiblemente de dolores y carencias similares, tenemos a un grupo de humanos en frente, llevados a enfrentarse a los golpes y siendo convertidos en espectáculo, siendo la bola de estambre de unos instantes para todos en las redes sociales, nadie empatiza de fondo con uno ni con los otros, no les comprenden, los convertimos en estandartes de nuestros discursos y de nuestra propia renuncia a la crítica, como Sartori augurara en homovidens, estamos ahí, vemos las imágenes, aplaudimos y gritamos a la pantalla, exigimos sangre, queremos ver como se matan entre ellos y al terminar no hemos aprendido nada, no necesitamos cuestionar nada, ni pensar nada, click al play de nuevo.

Quizá para muchas personas, filosofía era esa clase forzosa en bachillerato que llenaba el espacio en el horario, lo sé porque estuve ahí y de inicio parece que no es algo que pueda aportar, pero a medida que descubres corrientes y pensamientos lo entiendes, la filosofía, la política y la sociología son incomprendidas y por eso despreciadas de la escena popular de las carreras, solo cuando uno retoma las tres disciplinas y las decide ejercer comprende que las cosas a veces son… contradicción.
La filosofía nos ayuda a descubrirnos y a entender el mundo, Aristóteles asume en Ética Nicomaquea que el hombre puede ser virtuoso o defectuoso en medida que construye sus hábitos, pero también en medida a cómo responde a los impulsos externos, por otro lado él mismo establece que los excesos de virtud son también un vicio, y por ende un defecto del hombre, "demasiada bondad es sumisión", plantea, "demasiada violencia es negativa". Séneca por su parte escribió en cartas a Lucilio que: es deber del sabio despreciar el gozo de la desgracia, perdonar a quien lo daña y de ese modo alcanzar un estadio más pleno con respecto a las cuestiones del alma.
La sociología trata de explicarnos el mundo a través de la crítica y el análisis de los acontecimientos, comprender la función de la pobreza y la desesperación provocada por la carencia material podría ayudarnos a entender a una de las partes. De igual modo, comprender las dinámicas de opresión nos ayuda a comprender la necesidad de liberación y desahogo de la contraparte.
La política trata de modificar la estructura para llegar a la solución activa de los problemas, la política nos ayudaría entonces a buscar soluciones sobre ambos lados del conflicto a través de medidas institucionales.
No obstante la valía de estas disciplinas queda relegada ante el Dios mercado que nos exige una producción infinita y constante de productos y servicios. Poco importa ahora lo que se siente o se piensa, no hay tiempo de contemplar, no hay motivación suficiente para cuestionar, necesitamos consumir sin preguntar y producir sin replantearnos el motivo. Consumidos en la lógica productivista tenemos que llenar las necesidades de esparcimiento y recreación que, con la crisis actual, se han ido aminorando, hasta que un buen día el coliseo romano se nos presenta en frente, un combate cuerpo a cuerpo entre 4 hombres, el público expectante comienza a saciar sus necesidades de catarsis, dejando de lado el más mínimo rasgo de humanidad, la empatía es cosa de viejas épocas, gritan y vitorean pidiendo más sangre, más violencia, pareciera que no hay iguales en el vídeo, son solo pequeñas piezas puestas para diversión, producir, reproducir, no empatizar ensimismarse…

De pronto lo peor de nosotros sale en medio de tanto éxtasis, los comentarios de clasismo comienzan a crecer, “se va por el camino fácil, que lo maten”, “no quiere trabajar, que lo golpeen siempre”, “los pasajeros de la combi me devuelven la esperanza”, “que les quiten los derechos humanos a los criminales, no los merecen”...
¿En qué punto de automatización requerimos estar para deshumanizar tanto a las personas? El delinquir no debe ser un camino fácil, basta con ver las condiciones de vida de quienes viven presos o las condiciones de muerte de quienes se enlistan a los cárteles de las drogas. No puedo siquiera imaginar la complejidad de esa decisión, uno no se levanta una mañana de lunes diciendo “quiero asaltar a alguien” o “quiero unirme a las filas del crimen organizado”. La facilidad no es un factor real de impulso para quienes hacen los actos delictivos.
“No quieren trabajar, lo hubieran matado”; hoy sabemos que el asaltante de la combi tenía dos empleos, era chofer de transporte público y guardia de seguridad, el echaleganismo carece no solo de empatía sino de sustento práctico, bajo la idea de que el trabajo es suficiente aunque sea mal pagado no habríamos visto ese vídeo, dos empleos, quizá, para algunas personas, debía esforzarse más, obtener tal vez 3 empleos o 4, el problema es que las horas del día no dan.
Qué tan mal debe estar nuestra concepción de la sociedad y el desprecio a los otros para que tu esperanza caiga en un acto de desesperación y desesperanza de los demás.
“Que les quiten los derechos humanos a los criminales, no los merecen”, Imaginen si quienes han dicho esto hicieran una pausa de auto reflexión y crítica a su pensamiento, no tardarían o no deberían tardar en darse cuenta que este posicionamiento los pone a lado de Hitler en la historia; creer que los problemas se solucionan a través del exterminio es lo mismo que pensaba Hitler sobre los judíos.
Víctimas todos, víctimas de un sistema injusto que conlleva a un hombre trabajador a asaltar, víctimas de la violencia que los llevan a golpear a su victimario en un acto de desesperación, víctimas de los instintos más banales al exigir la sangre de los demás correr para el gozo propio, víctimas de un modelo económico que nos ha llevado a ser solo un individuo y no una sociedad, víctimas de un sistema educativo al servicio de la producción material que nos han hecho ciegos, mudos e incapaces de empatizar y de criticar las mecánicas del mismo sistema.
Somos contradicción, todas, todos y cada une de nosotrxs somos contradicción. Aquí les pregunto, ¿teníamos derecho de convertir esto en un circo para entretenernos?, ¿tenemos el derecho de señalar y juzgar desde atrás de una pantalla la vida y obra de alguien más?
Quizá es momento de reflexionar y no de prejuiciar. Por mi parte no hay risas, no hay gozo, pero sí preocupación: el Estado somos todos, y como parte fundamental del mismo, la sociedad es quien tiene oportunidad de no repetir todo esto o de seguir decayendo...
