top of page

Civilización y barbarie

Por Ankaret Alfaro

Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888) de nacionalidad argentina, fue presidente de la República (1868-1874), político y escritor con notable trabajo literario, pedagógico y periodístico, autor de “Facundo o civilización y barbarie en las pampas argentinas” (1845). José Enrique Rodó (1871-1919) escritor uruguayo, Fue diputado a Cortes por el Partido Colorado, Considerado uno de los mayores ensayistas del modernismo, autor de Ariel (1900).

La noción de civilización y barbarie que estos autores utilizan en sus obras, está encaminada al mismo discurso,  pero los autores Sarmiento y Rodó se guían bajo perspectivas distintas, y aunque no están contrapuestas, sí tienen matices que diferencian y cambian dialécticamente dependiendo de quién es el referente.

Por un lado está la de Sarmiento, trazando un sentido explícitamente eurocéntrico, aspirando a un proceso “civilizador” de tinte europeo. En su obra “Facundo o civilización y barbarie” comienza con la notoria invisibilización de los indios cuando describe las características físicas de Argentina, dentro de su inmensidad, hablando de una Argentina casi desierta, de no ser por la Ciudad de Buenos Aires, aunque dudo que realmente fuera así, pues pienso que su perspectiva real era una Argentina desierta de gente blanca.

Lo que él llama progreso o el proceso civilizador, lo describe acumulándose en Buenos Aires, “el centro de la civilización”, donde “se encuentra la gente culta”, en donde los apellidos que predominan son los extranjeros, donde se encuentra el arte (incluso hace una pequeña comparación del ‘arte culto’ por ser de la ciudad y del ‘arte popular y desaliñado’ utilizando de referencia la poesía) la educación, el comercio, las leyes y  las instituciones de gobierno, donde se visten formalmente, y sobre todo de donde viene el pensamiento ilustrado. Sarmiento menciona que no puede haber civilización fuera de las ciudades, en donde se explotan las capacidades industriales y permiten extender pertenencias materiales por la posesión permanente de tierras.

En el caso de Rodó, su concepción de Civilización hace referencia más bien a cierta espiritualidad y conciencia, por lo que utiliza al personaje shakesperiano “Ariel” como arquetipo para referirse ella; da importancia a la sociedad “culta” pero al mismo tiempo, señala que esa característica es irrelevante y efímera si se carece de los valores más nobles de la humanidad, una idea un tanto romantizada al hablar con una retórica un tanto desesperante y redundante describiendo las ideas de la belleza y lo poético como meta universal de la juventud.

Ahora, en tanto a lo que Sarmiento percibe como Barbarie, es todo aquello que carece de cultura, organización política y orden social con modelo europeo. Principalmente por el aislamiento, porque es gente de ocio y “pereza natural” justificada por las privaciones de su vida, en donde por no haber una sociedad conglomerada, “toda clase de gobierno se hace imposible”

Él se refiere a los gauchos, al proletario argentino, los pueblos pastores y las <razas> americanas como aquella civilización bárbara en donde se trabaja para entregar materia prima a las ocupaciones y necesidades de la vida civilizada de la ciudad. También nombra como ciencias vulgares, caseras y populares a los saberes de aquellos hombres que desarrollaban una habilidad que era inusual en las ciudades de acuerdo a sus necesidades: estaban quienes nombró “rastreadores”, “baqueanos” y “cantores”, por otro lado estaban los “gauchos malos”, para él, los peores por ser el de menor moral.

En este momento, la barbarie de Sarmiento torna en una dualidad extraña, en donde se encuentran la “Barbarie gaucha y la Barbarie de los salvajes”, describiendo así, la barbarie gaucha como la peor; pues compara sus formas de organización y resulta que “la tribu salvaje de la pampa está organizada mejor que nuestras campañas para el desarrollo moral” (Sarmiento 1845, 32).

Rodó al usar la concepción de “barbarie”, tiene más que ver con el materialismo que promueve el norteamericano, lo concibe como irracional pues está fuera de la esencia espiritual del humano, y contrario a Sarmiento no considera que la herencia de los países latinos sea negativa, sino justo es lo opuesto a la barbarie del imperialismo norteamericano.

Considero que a pesar de que ambas nociones sobre lo civilizado están relacionadas y son viles maneras de despreciar los saberes y habilidades no europeas, tiene más sentido lo que concibe Rodó como bárbaro, pues está totalmente contrapuesto a Sarmiento al intentar crear una identidad latinoamericana que no caiga en las redes de un Norteamérica expansionista justo cuando los países latinos dejaron de ser colonias españolas, muy a la utopía de que los países de Latinoamérica conformen una sola nación de Martí.

Lo civilizado para ambos autores tiene que ver con aspiraciones ilustradas y el intelecto, la diferencia radica en que las aspiraciones de Sarmiento son más materiales, políticas y estéticas por lo que considera que las obvias consecuencias de la revolución argentina están relacionadas con un retroceso intelectual encaminado a la barbarie; la ignorancia y la pobreza son el peso de la barbarie, por lo que la ciudad tienen que recuperar a la civilización sosteniéndose del despecho a las brutalidades del gobierno, por lo que hay esperanza, pero en las zonas rurales no tiene mucha esperanza, pues no es tan optimista sobre la gente que educará a las siguientes generaciones encaminándoles inevitablemente a la barbarie.

Rodó intenta que los jóvenes creen consciencia del futuro, que despierten y sientan orgullo de su pasado cristiano, tomado como vehículo ese arquetipo de lo civilizado, de lo correcto que es Ariel para el desarrollo positivo de las naciones latinas, incluso admiré el método discursivo inspirador de la primera parte sobre la importancia de la juventud en las civilizaciones como motor de cambio, intentando hacer arder ese deseo de un cambio teniendo como arma la esperanza, el alma y el no desistir ante el inminente fallo, por lo que la educación integral a la juventud y ciudadanía es importante para brindar la importancia de la espiritualidad sobre lo material. Si bien son ideales un tanto románticos, da pie a tener fe en el progreso y las posibilidades de una autonomía revitalizando la espiritualidad y capacidad de contemplación o capacidad artística del ser humano ante la crisis de la ciencia y la democracia.

Mientras que Sarmiento, su mayor aspiración es reivindicar los derechos y privilegios burgueses citadinos, enalteciéndolos por ser en su mayoría europeos, y aunque ambas nociones se conceptualizan meramente como pensamientos de anhelo a la iluminismo europeo, no me queda duda que establecer los peligros que representa el utilitarismo para la libertad del espíritu en Latinoamérica tiene una función dialéctica, aunque por otro lado, pareciera incluso autores que no se acercan ni un poco en la época en que publican.

¿Lo que propone Sarmiento en su obra sobre lo bárbaro y lo civilizado,  es un ejemplo, en menor escala de materialismo al que tanto repele le tiene Rodó?

 Creo que justo ambos representan las problemáticas de identidad que sufría  Latinoamérica al vivir las consecuencias del surgimiento de una nueva potencia que arrasa con lo material en ciudades que aún estaban en desarrollo y en lo espiritual; por lo que Sarmiento condena que le hayan quitado a Argentina la posibilidad de ser una gran ciudad, llena de gente culta, con gran potencial comercial, y a Rodó que ese crecimiento exponencial ponga de frente las preferencias materiales por encima de los valores y la naturaleza espiritual del humano que lo haría crecer “civilizadamente”.

Las nociones de civilización y barbarie siguen construyendo nuestra realidad, a veces sumergiéndonos en ideas coloniales o eurocentricas.

¿Cual de los dos autores se aproxima mejor a las ideas generales que concibes como civilización y barbarie?, ¿Consideras útiles o superados estos conceptos?

  • Facebook
  • Twitter
  • Instagram

©2022 por Revista Columnas. 

bottom of page