Cambio de piel
Elsa Guadalupe Flores Hernández
Cuando me arranqué esa espinita del corazón que no me dejaba sanar pude darle nombre al dolor que me ha estado persiguiendo por años, se llama soledad con un poco de nostalgia. Y no tengo idea de cómo entro o cómo es que regresa de visita cada cierto tiempo para paralizar mi cuerpo y hacer correr los ríos, comprimir el pecho e irme con el viento por la tarde.

Este cambio de piel que en ocasiones deseo viene de una manera tan frenética que hasta se me dificulta respirar con todos esos pensamientos que comprimen los pulmones. Entiendo la estructuración sistemática dominante que existe sobre mí y eso me hace sentir aún más diminuta, saber que el engranaje que soy en esta fábrica gigante capitalista es remplazable y sobre todo si soy mujer tiene un impacto que desde niña siempre se me ha hecho notar, pues debo buscar a alguien lo antes posible o serle devota al patriarcado porque sola no voy a lograr estar en este mundo. Y aquí es cuando me pregunto si esta soledad proviene del ser mujer y para que mi existencia sea validada debo de vivir por un varón, porque, aunque nosotras somos creadoras de vida al mismo tiempo somos expulsadas del ámbito público, en otras palabras, parimos para el mantenimiento de esta sociedad sin embargo no somos participes del conocimiento y rumbo de esta.
El no tener reconocimiento ni voz en el ámbito público hace que choquemos contra pared más veces de las que quisiéramos, somos ignoradas, rechazadas y silenciadas. Gritamos ¿para qué? Pareciera ser que realmente la única solución que tenemos es llevar a cabo una vida separatista donde el vernos a la cara siempre será respondido con una sonrisa por la alegría de reconocernos y, aun así, aunque estamos creando, socializando y transformando nuestro propio conocimiento en las calles siguen matándonos. El patriarcado nos ha puesto cadenas en los pies porque no nos deja avanzar sin él, entonces nos tenemos que volver herreras para romper esas cadenas y poder ser libres. Y en todo este viaje donde luchamos por días y por otros sangramos entendemos el duelo por el cual también estamos pasando, el matar al mach(ismo)o que no nos quiere dejar ir y nos han enseñado amar, para no volver es importante llegar a la aceptación de que perdimos a este ente y hemos sabido sanar muchas de nuestras heridas.
Entonces, esta soledad de la que yo y todas hemos sentido de dónde es que realmente viene ¿Es este miedo a la libertad de la que nos dicen que vivimos las mujeres cuando no deseamos seguir siendo sumisas del patriarcado? ¿Es el reflejo de lo poco que nos conocemos? ¿Es el abandono histórico? Pueden ser todas o ninguna, pero algo que a mi parecer tiene como base siempre este proceso que nos enseña la soledad es la autonomía a la que debemos llegar para no desear ser validadas por ellos como han hecho creer, y hay que ser consciente de eso porque nos ayudara a romper con muchas más imposiciones que cargamos, no es algo que por el simple hecho de tener presente signifique que ya no vamos a sentirnos así, todo es cambiante y los sentimientos son generados por factores externos que vulneran a los internos. La soledad viene de la mano con el auto conocimiento durante este proceso y la enseñanza que nos da, o nos va acercando a ella, es la autonomía como mujeres. Sin embargo, deben existen redes de apoyos que nos acompañen en estos momentos, como mujeres el estar cerca de nosotras nos ayuda más de lo que pensamos, es increíble lo que puede hacernos la compañía de amigas y de nuestra madre.
