Abórtame, mamá.
Por Yael Hernández
“Abórtame, mamá”, una petición que seguramente habría hecho a mi madre un junio del 98 cuando se enteró que estaba embarazada a sus 18 años. Navegando por aquellos aires cuando estaba de moda Timbiriche y Vanilla Ice se encontraba mi joven madre cuestionándose por qué la regla no le había llegado. Ingenua, escondía las toallas sanitarias sin usar bajo su cama para evadir cualquier sospecha de su madre, quien hoy es mi abuela.
Mi madre estaba en la preparatoria estudiando una carrera técnica que en un futuro pocas herramientas (o posibilidades) le dejaría para trabajar y darse así una vida digna.
El retraso continuó y algunas semanas después no pudo soportar más la incertidumbre de saber qué ocurría con su cuerpo.
Por su mente jamás cruzó la idea de interrumpir el embarazo. Jamás soltó la cuerda. Jamás volteó hacia atrás.
Su cuerpo abandonó la silueta de joven para encarnarse en la de madre.
Durante 17 años sufrió la resiliencia de ser esposa promedio mexicana clase baja.
Resiliencia. ¿Es justo llamar resiliente a quien no tuvo de otra más que aceptar un futuro que no tuvo ni tiempo de cuestionar?
Resiliencia. ¿Debo agradecer a mi madre por optar renunciar a sus metas, renunciar a una vida sana, olvidarse de tener 18 años para ser una mujer con todas sus reglas?
La respuesta a esa pregunta me entró a la mente por los oídos en forma divina al escuchar a alguien pronunciar “la maternidad será deseada o no será”.
Abórtame mamá.
Porque tu vida debió importar más que la sola unión de dos gametos. Porque no era un bebé cuando estabas a tiempo de perseguir una vida digna, porque no tendría siquiera conciencia para juzgarte.
Abórtame mamá.
Porque quise verte grande, pero el sistema en que vivimos no te lo permitió, y por lo visto tampoco lo hará conmigo.
Hoy 29 de julio del peor año de los dos miles (hasta ahora) se celebró la Sesión Remota de Primera Sala en el estado jarocho, donde nuestras mujeres veracruzanas estuvieron a punto de sentir un poco de la escasa libertad sobre nosotras que jamás nunca hemos palpado; decidir la maternidad, morir o vivir, la despenalización del aborto.
Y como buen México lindo y querido, la esperanza de todas quedó en manos de unos cuantos “peritos” en la materia, quienes decidieron que si el fallo recaía en la despenalización del aborto se estarían realmente vulnerando los derechos humanos de las mujeres.
¿Qué son los Derechos Humanos para las mujeres?
Un pequeño brillo al final de un interminable túnel oscuro, con baches a través llamados “acoso callejero”, con piedras de nombre “brecha salarial”, charcos que expresan “desapariciones” y excrementos de “violaciones y feminicidios”.
Parece que a nuestra sociedad no le bastó con vernos toda la historia bajo el yugo de la testosterona y osa decidir sobre nosotras y sobre todo.
No nací de tu costilla, tú naciste de mi útero.
