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A mí el hip-hop me salvó

Por Melissa Cornejo.

Hoy retomo este espacio después de, quizá, más de un año. Recuerdo cómo se sentía la vida entonces, y creo recordar, también, en qué tono escribí mis últimas líneas por aquí. Digo que recuerdo, porque no sé si no me atrevo a regresar a esos textos, o si simplemente no me interesa. Pero recuerdo y eso me sirve.

Quiero que este espacio vuelva a ser un lugar seguro y luminoso, sin abandonar la lucha, sin que deje de ser un sitio de resistencia donde nos encontremos hombro a hombro. Por eso decidí hablar de algo que para mí engloba todo eso: el hip-hop, especialmente el freestyle.

El freestyle me ha acompañado los últimos años, y sin darme cuenta, se convirtió en ese aliciente fundamental que me ayudaba a enfrentar mis días o mis noches. Me dio fuerza, me hizo reír, me ayudó a salir de la cama y entrenar. Me ayudó a vivir.

Sin embargo, para el propósito que sirve esta columna, no es tan importante hablar de cómo el freestyle me salvó la vida, tanto como lo es hablar de cómo este salva vidas en todo el mundo, específicamente en Latinoamérica y en México.

Me encantaría brindar estadísticas y aportar un estudio serio al respecto, pero no cuento con los datos necesarios y acudir a la rigurosidad no está en mis planes en este momento. Lo que sé de cierto, es que el freestyle transforma vidas porque yo lo he visto. En los chavitos que agarran un micro y le encuentran sentido a su vida entre barras y punchlines; en los morros que semana tras semana se dan cita en las plazas públicas para disfrutar de batallas, y eso les da esperanza para sobrevivir a la cotidianeidad; en todos los que viven el free como un deporte, y la disciplina que le meten al rap, sin querer, se la ponen a la vida; en el barrio, un barrio, el que sea, que donde antes presenciaba violencia, hoy escucha el “3, 2, 1”.

Por si fuera poco, el hip-hop dignifica las juventudes, la participación activa de ellas en la ciudad, en los espacios públicos, y en la crítica política desde sitios no convencionales, ni acartonados.

No quiero hablar por nadie, ni quiero pecar de blanquitud al acaparar el mic, así que se lo cedo, simbólicamente, a Mau el Aczino para que él explique lo que para muchos representa este movimiento que nos convierte en una sola nación llamada hip-hop.

“Y no entienden nuestra situación

sin el micrófono tal vez tú, ya estarías en una prisión

sin el micrófono tal vez tú, ya tendrías una adicción;

tú eres rapero porque quieres, ¡a mí el hip-hop me salvó!”

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